Se que amaran ese capitulo!
A las 18.30 (argentina)twitcam de lali! :D
+19 FIRMAS DE 6 PERSONAS DISTINTAS Y OTRO
Lali estaba tumbada, quieta, con la cabeza apoyada sobre el hombro desnudo de Peter. Las olas le acariciaban las piernas con suavidad. Tras aquel acto de pasión desbordada, se sentía fresca, ligera y asombrada. Todavía sentía la sangre palpitando en el pecho de Peter y sabía que nadie, jamás, la había deseado de aquel modo. Y eso le proporcionaba una sensación de poder casi dolorosa. Cerró los ojos para atraparla.
Ni siquiera se había resistido, pensó. No había protestado. Se había entregado sin pensarlo, no sometiéndose al poder de Peter, sino a sus propios deseos. De pronto, atemperado el fuego que le había hecho perder la cabeza, sintió un aguijonazo de vergüenza.
Era un delincuente: un hombre egoísta que sembraba la desgracia en los demás para enriquecerse. Y ella le había entregado su cuerpo y su alma. Tal vez no tuviese control sobre su corazón, pero, siendo sincera, Lali sabía que sí habría podido dominar su cuerpo. Sintió un escalofrío y se apartó de él.
—No, quédate —Peter le acarició el pelo con la nariz mientras la acercaba al costado con un brazo.
—Tengo que irme —murmuró ella. Lali se apartó tanto como se lo permitió el brazo de Peter—. Por favor, suéltame.
Peter se incorporó hasta mirarla hacia abajo. Sonrió. Parecía relajado y satisfecho.
—No —contestó sin más—. No volverás a abandonarme.
—Peter, por favor —insistió Lali—. Es tarde. Tengo que irme.
Peter se quedó quieto un segundo, luego le agarró la cara y le giró la cabeza para que lo mirara a los ojos. Vio que estaba a punto de llorar y maldijo.
—¿Qué pasa? Acabas de darte cuenta de que te has entregado a un delincuente y te ha gustado, ¿no?
—Calla —Lali cerró los ojos—. Déjame. Sea lo que sea, he hecho lo que quería.
Peter la miró. El brillo de las lágrimas había desaparecido, pero sus ojos estaban apagados. Maldijo de nuevo, agarró su camisa, parcialmente seca, e incorporó a Lali hasta tenerla sentada. Atenas se podía ir al infierno.
—Ponte esto —le ordenó al tiempo que le colocaba la camisa sobre los hombros—.Vamos a hablar.
—No quiero hablar. No hace falta que hablemos.
—He dicho que vamos a hablar. Me niego a que te sientas culpable por lo que acaba de pasar —Peter le metió un brazo por una manga—. No puedo aceptarlo. Es demasiado. No puedo explicar por qué... hay cosas que no conseguiré explicar en la vida.
—No te estoy pidiendo ninguna explicación.
—Me la pides cada vez que me miras —replicó Peter. Sacó un cigarrillo del bolsillo de la camisa y lo encendió—. Mi negocio de importación y exportación me ha proporcionado muchos contactos a lo largo de los años. Algunos de los cuales, supongo, no te parecerán bien —añadió justo antes de soltar una bocanada de humor.
—Peter, yo no...
—Cállate. Cuando un hombre está dispuesto a abrir su corazón, no deberías interrumpirlo —Peter dio otra calada al cigarro—. Cuando tenía poco más de veinte años, conocí a un hombre que me consideró adecuado para cierto tipo de trabajo. A mí me pareció fascinante. El peligro puede resultar adictivo, como cualquier otra droga.
Sí, pensó ella mirando hacia el mar. Aunque sólo fuese eso, hasta ahí sí podía comprender a Peter.
—Empecé a trabajar para él. En general, disfrutaba haciéndolo. Estaba contento. Es increíble que una forma de vida con la que he vivido a gusto diez años se convierta en una prisión en sólo una semana.
Lali dobló las piernas y se abrazó las rodillas contra el pecho mientras dejaba la vista perdida en el mar. Peter le acarició el pelo, pero ella siguió sin mirarlo. Hablar le estaba resultando más difícil de lo que había imaginado. Incluso cuando terminase de hacerlo, Lali podía rechazarlo. Entonces se quedaría sin nada... solo. Chupó el cigarrillo y vio el brillo rojo de la punta.
—Lali, he hecho cosas... —Peter soltó un taco en voz baja—. He hecho cosas que no te contaría aunque fuese libre de hacerlo. No te gustarían.
—Has matado personas —dijo ella, por fin mirándolo a la cara.
Le costó contestarle, pero consiguió responder con serenidad:
—Cuando ha sido necesario.
Lali bajó la cabeza de nuevo. Había tenido la esperanza de que no fuese un asesino. Si Peter lo hubiera negado, habría intentado fiarse de su palabra. No había querido creer que fuese capaz de hacer lo que ella consideraba el peor pecado posible: quitarle la vida a otra persona.
Peter frunció el ceño y lanzó el cigarro al mar. Podría haberle mentido, pensó furioso. ¿Por qué no le había mentido? Era un experto en engaños. Pero a ella no podía mentirle, se dijo al tiempo que suspiraba. Ya no.
—Hice lo que tenía que hacer —dijo sin más—. No puedo borrar cómo he vivido estos diez últimos años. Bueno o malo, fue el camino que elegí. No puedo disculparme por ello.
—No, no te estoy pidiendo que te disculpes. Lo siento si te da esa impresión —dijo Lali—. Por favor, Peter—vamos a dejarlo. Tu vida es tu vida. No tienes por qué justificarte.
—Lali... —Peter decidió sincerarse. No podía seguir guardando silencio mientras la veía sufrir, tratando de comprender—. Los últimos seis meses he estado intentando desarticular la red de contrabando que actúa entre Turquía y Lesbos.
Lali lo miró como si no lo hubiese visto hasta entonces.
—¿Desarticular? Pero yo creía... me dijiste...
—Nunca te he dicho gran cosa —atajó Peter—.Te dejé que sacaras tus propias conclusiones. Era mejor así. Era necesario.
Lali permaneció quieta unos segundos mientras trataba de organizar los pensamientos.
—Peter, no entiendo. ¿Me estás diciendo que eres policía?
Él se echó a reír y, de pronto, se sintió de mejor humor.
—Policía no, Afrodita.
—¿Espía entonces? —preguntó ella con el ceño fruncido.
Peter le agarró la cara entre las manos. ¡Era tan dulce!
—Eres demasiado romántica, Lali. Digamos que soy un hombre que viaja y obedece órdenes. Conténtate con eso, no puedo decirte más.
—La primera noche en la playa... —dijo ella como si empezasen a encajar las últimas piezas del puzzle—. Estabas vigilando al hombre que dirige la red de contrabando. Fue a él a quien siguió Nicolas.
Peter frunció el ceño y bajó las manos. Creía en él sin hacerle preguntas ni dudar. Ya se había olvidado de que había matado... y cosas peores. ¿Por qué, entonces, cuando se lo estaba poniendo tan fácil, le resultaba tan complicado seguir adelante?
—Tenía que quitarte de en medio. Sabía que ese tipo pasaría por esa parte de la playa camino de la casa de Stevos. A Stevos lo mataron porque sabía lo que yo aún no sé: la posición exacta del jefe dentro de la organización. Creo que pidió un aumento, intentó chantajearlo y se encontró con un cuchillo en la espalda.
—¿Quién es él, Peter?
—No, aunque estuviese seguro, no te lo diría. No me hagas preguntas que no puedo responder, Lali. Cuanto más sepas, más peligro corres —dijo él con firmeza—. En su momento pensé en utilizarte, y mi organización estaba muy interesada en ti por tu conocimiento de idiomas; pero soy un hombre egoísta. No pienso dejar que te involucres. Les dije a mis socios que no estabas interesada —finalizó enrabietado.
—Eso es un poco presuntuoso por tu parte —arrancó Lali—. Soy muy capaz de tomar decisiones por mí misma.
—No tienes que tomar ninguna decisión —sentenció él—.Y una vez que confirme la identidad del jefe de la red, mi trabajo habrá terminado. Atenas tendrá que aprender a arreglárselas sin mí.
—No vas a seguir haciendo... —Lali hizo un gesto impreciso. No sabía cómo llamar a su trabajo—. ¿Vas a dejar ese trabajo?
—Sí —Peter miró hacia el mar—.Ya he estado demasiado tiempo.
—¿Cuándo decidiste dejarlo?
«La primera vez que hice el amor contigo», pensó y estuvo a punto de decirlo. Pero no era totalmente cierto. Todavía tenía que contarle una cosa más.
—El día que llevé a Belen a dar una vuelta en la lancha —Peter dejó salir el aire con rabia y se giró hacia Lali. No estaba seguro de que ésta fuese a perdonarlo por lo que iba a decir—: Belen está metida en esto, hasta el fondo.
—¿En el contrabando? Pero...
—Sólo puedo decirte que lo está y que parte de mi trabajo era sacarle información. La llevé a dar esa vuelta en lancha con intención de hacerle el amor para ayudarla a que se le fuera la lengua —confesó e hizo una pausa antes de continuar—. Se estaba viniendo abajo por la presión y yo estaba a punto de conseguir que hablara. Por eso intentaron matarla.
—¿Matarla? —Lali trató de controlar el tono de la voz, a pesar de lo difícil que le resultaba digerir lo que estaba oyendo—. Entonces, ¿seguro que no fue un intento de suicidio?
—Belen no se habría suicidado nunca.
—No... es verdad —aceptó ella, hablando despacio—. Tienes razón.
—Si hubiese tenido unos días más para sonsacarle información, habría conseguido lo que necesitaba.
—Pobre Agus. Se llevará un disgusto terrible si llega a saber que estaba metida en esto. Y Benjamin... —Lali dejó la frase sin terminar. Recordó la mirada vacía de Benja y sus palabras: «tan bella... tan perdida». Quizá ya sospechaba algo—. ¿No puedes hacer nada?, ¿lo sabe la policía?, ¿el capitán Vazquez? —preguntó, mirándolo con confianza en esta ocasión.
—Vazquez sabe muchas cosas y sospecha más —Peter le agarró una mano. Necesitaba sentirla cerca—.Yo no trabajo directamente para la policía. Iría muy despacio. Ahora mismo, Vazquez me tiene como principal sospechoso de un asesinato y de un intento de asesinato, y cree que soy el jefe enmascarado de la red de contrabando —añadió con alegría.
—Se nota que te gusta tu trabajo —Lali lo miró y reconoció un brillo aventurero en los ojos de Peter—. ¿Por qué vas a dejarlo? —preguntó entonces y la sonrisa de Peter se desvaneció.
—Como te digo, estuve con Belen. No era la primera vez que recurría a ese método. El sexo puede ser un arma o una herramienta: es así —dijo él y Lali bajó la mirada hacia la arena—. Había bebido demasiado champán y se quedó dormida enseguida; pero habría habido más oportunidades. Desde ese día, no me he sentido limpio... Hasta esta noche —añadió mientras le ponía un dedo bajo la barbilla para levantarle la cabeza.
Lali lo miró de cerca, con detenimiento, buscando respuestas. En sus ojos vio algo que sólo había intuido una vez: arrepentimiento, y un ruego de comprensión. Levantó los brazos, lo agarró por la nuca y empujó para llevarse la boca de Peter a la suya. Sintió algo más que sus labios: el alivio de sentirse perdonado.
—Lali, si pudiera dar marcha atrás en el tiempo y vivir esta última semana de otro modo... —dijo al tiempo que la tumbaba sobre la arena— no creo que actuara de forma distinta —finalizó tras un segundo de duda.
—Bonita forma de disculparte, Peter.
Éste no podía apartar las manos del cuerpo de Lali. Estaban otra vez pegados, excitándose.
—Todo esto terminará mañana por la noche. Luego estaré libre. Vámonos juntos a algún sitio unos cuantos días. Donde sea.
Bienvenida a la nueva lectora,aunque no se tu nombre GRACIAS por leer y firmar...Me encantò tu firma J
+19 FIRMAS DE 6 PERSONAS DISTINTAS Y OTRO
p.d.tiene que haber por lo menos 6 firmas de personas distintas,ahì sì subo otro
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Yo sabia q peter no era contrabandista!!!! Mierda que me hiciste dudar!! Me encanta!! Más!
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RispondiEliminaSubi mas porfa!!
AY ES GENIAL ESTA NOVE, ME ENCANTA!! SUBI MÁSSS POR FAVOR
RispondiEliminaSOY DE ARGENTINA
Seguimos sospechando de los mismos!JAJA
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