4 capitulo parte 2

Acà està otro capitulo,si firmen rapido subo otro,sino habrà que esperar hasta manana...

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Lali soltó un suspiro de afectuosa exasperación y volvió a mirar hacia el mar.

Las montañas de Lesbos se alzaban sobre el agua. Escarpadas, firmes, eternas. Lali distinguió a lo lejos las paredes blancas de la villa de Agus. Pensó que la villa era como una virgen ofrecida a los dioses: elegante, clásica y femenina. Más arriba había una estructura gris irregular con vistas al mar; de hecho, estaba situada sobre un saliente rocoso y parecía colgar sobre el mismo mar. Como si estuviese desafiando a Poseidón, aferrada al acantilado. A Lali le pareció arrogante, altiva, masculina. La vegetación que crecía alrededor no suavizaba su aspecto, sino que le añadía un toque de belleza.

Había más edificios: otra villa impecablemente blanca, casitas de campo reunidas y un par de viviendas de diseño más sofisticado; pero las dos primeras destacaban por encima de las demás. Una era elegante; la otra, salvaje.

—¿De quién es? —preguntó Lali, señalando la villa gris—. Es increíble.

Cande siguió la mirada de su amiga, sonrió, se levantó y fue junto a ella.

—Debería haber imaginado que te gustaría. Tiene mucha vida. Peter Lanzani, aceite de oliva y, más recientemente, importación y exportación —Cande miró el perfil de Lali—. Puede que lo incluya en la cena de mañana si está libre, aunque no creo que sea tu tipo.

—¿Ah, no? ¿Y cuál es mi tipo? —quiso saber Lali.

—Alguien con quien puedas discutir. Que te dé muchas sorpresas y sobresaltos para no caer en la rutina.

—Vaya, me conoces demasiado bien.

—En cuanto a Peter, es elegante y no cabe duda de que tiene su encanto. No es tan guapo como Benjamin, pero no le falta atractivo —Cande deslizó una uña sobre la barandilla. Se quedó callada unos segundos, como tratando de recordarlo con más precisión—. Tiene los pies en la tierra y, sin embargo, vive en esa casa. Vamos, que es raro. Tiene treinta y pocos y heredó el negocio del aceite de oliva hace casi diez años. Luego empezó con las transacciones de importación y exportación. Parece que le va bien.

—Cande, sólo quería saber de quién era la casa, no una biografía del dueño.

—El resto de la información forma parte de mis servicios —Cande sacó un mechero y encendió un cigarrillo—. Quiero que tengas una idea clara de tus opciones.

—El caso es que me atrae más una casita de campo, con su huerta y un horno para hacer pan.

—Veré lo que puedo hacer.

—Cande... —Lali dudó unos segundos—, ¿va mucha gente a la playa donde nos bañamos ayer? —preguntó con naturalidad.

—Pues... no, la verdad es que no. Prácticamente, sólo la usamos la familia Lanzani y nosotros. Tendría que preguntarle a Agus si es propiedad privada de alguien. Nunca me lo he planteado. Es una zona aislada y sólo se puede acceder fácilmente con las escaleras que hay entre las dos propiedades —Cande se colocó un mechón de pelo rubio tras la oreja—. Ah, y luego está la casita esa que Peter alquila de tanto en tanto. Ahora vive un estadounidense. Un tal Martenz... no. Martinez, Pablo Martinez, un poeta o pintor, algo así. Todavía no lo conozco. ¿Por qué?, ¿estabas pensando en hacer nudismo?

—Sólo por curiosidad —contestó Lali, arrepentida por haber despertado la curiosidad de su amiga. Si quería archivar el incidente de la noche anterior y olvidarlo, más valía no sacarlo a colación—. Me encantaría acercarme a la villa esa. El arquitecto debía de estar un poco loco: es fabulosa —añadió, apuntando hacia la villa gris de estructura irregular.

—Utiliza tus encantos con Peter y consíguete una visita guiada —le sugirió Cande.

—Puede que lo haga —Lali miró la villa. Se preguntó si Peter Lanzani sería el hombre cuyas pisadas había oído la noche anterior mientras la mantenían retenida tras los arbustos—. Sí, puede que lo haga.

Esa noche, Lali dejó abiertas las puertas de la terraza. Quería disfrutar del calor y las fragancias que llegaban del exterior. La casa estaba en silencio salvo por el tictac de un reloj que marcaba la hora. Por segunda noche consecutiva, no podía pegar ojo. ¿De veras dormía la gente cuando estaba de vacaciones?, se preguntó. Qué perdida de tiempo.

Se sentó ante una mesita de madera que había en su dormitorio a escribir una carta. Desde algún punto entre la casa y el mar, un búho ululó dos veces. Se paró a escuchar, con la esperanza de oírlo cantar de nuevo, pero no oyó más que silencio. ¿Cómo podía describir lo que sentía al ver el Monte Olimpo alzándose sobre el mar?, ¿sería posible encontrar las palabras adecuadas para reflejar aquella belleza tan imponente, majestuosa e intemporal?

Lali se encogió de hombros e hizo lo que pudo para explicarle sus impresiones a su padre. Él la entendería, se dijo mientras sacaba un folio. ¿Quién iba a entender mejor sus arrebatos fantasiosos que el hombre del que los había heredado? Y, pensó sonriente, seguro que se divertiría cuando leyera los esfuerzos de Cande para casarla y que se quedara a vivir en Grecia.

Se puso de pie, se estiró una vez, se giró y se chocó contra un torso potente. La mano que le cubrió la boca rué más delicada en esa ocasión y el hombre la miró con una sonrisa en los ojos. Lali notó que el corazón se le subía a la garganta y luego caía al vacío como un ascensor al que le hubieran cortado los cables de sujeción.

Mmm que pasarà?Quien es el que entrò en el cuarto de lali?
ADELANTO: ¿Charla? Entre ese que entrò y lali
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