17 capitulo parte 2

Holaaaaaa! Acà està la segunda parte del capitulo...

No es pablo quien se va a aprovechar,eh! jajajaja
 

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Algo después, tras asegurarse de que Pablo era flexible con la bebida, Lali flotaba en una nube de licor de anís. La clara luz de la luna había sustituido a los rayos de la puesta de sol. Con el paso del tiempo, el café se iba llenando y volviendo más bullicioso. La música sonaba por encima de las carcajadas. Aunque la situación tenía cierta sensación de irrealidad, le daba igual. Bastante realidad había tenido por la mañana.

El camarero se presentó con otra botella más. La colocó en la mesa como quien estuviera ofreciendo una botella del mejor champán.

—Mucho trabajo —comentó Lali, dedicándole una sonrisa amplia pero nebulosa.

—Es sábado —respondió él, dando a entender que con eso se explicaba todo.

—Así que he elegido una buena noche para salir —Lali miró a su alrededor y vio un revoltijo confuso de personas—. Los clientes parecen contentos.

El camarero siguió la mirada de Lali y sonrió orgulloso mientras se frotaba una mano en el delantal.

—Pensé que se me arruinaría la noche con la llegada del capitán, pero al final va todo bien.

—La policía no contribuye a crear un ambiente de fiesta —dijo Lali—. Supongo que estará investigando a muerte de ese pescador —añadió despacio y el camarero se lo confirmó asintiendo con la cabeza.

—Stevos venía a menudo por aquí. Aunque no tenía muchos amigos. No era de los que bailaban. Empleaba su tiempo en otras cosas —dijo en tono misterioso—.Y a mis clientes no les gusta que les hagan preguntas —añadió. Luego murmuró algo poco loable, pero Lali no supo si el exabrupto estaba dirigido a Stevos o a Vazquez.

—Era pescador —comentó ella tratando de mirar a los ojos al camarero—, pero no parece que sus compañeros lamenten su pérdida.

El camarero se encogió de hombros, pero Lali encontró la respuesta que buscaba: había pescadores... y pescadores.

—Pásalo bien. Encantado de atenderte.

—Me abruma tanto griego —comentó Pablo cuando el camarero se hubo marchado a tomar nota del pedido de otra mesa—. ¿Qué ha dicho?

Como no quería volver a enredarse con el asesinato, Lali se limitó a sonreír.

—Los griegos son muy masculinos, Pablo, pero le he dejado claro que ya tengo comprometida esta noche —Lali entrelazó las manos detrás de su propia nuca y miró hacia las estrellas—. Me alegro de haber venido. Esta noche nada de asesinatos; nada de contrabando. Me siento genial, Pablo. ¿Cuándo podré leer algún poema tuyo?

—Cuando el cerebro te funcione normalmente —respondió él sonriente mientras le llenaba la copa de nuevo—. Me gustaría saber tu opinión.

—Gracias. Eres un hombre agradable —Lali levantó la copa y examinó a Pablo con toda la intensidad de la que fue capaz—. Nada que ver con Peter.

—¿A qué viene eso? —Pablo frunció el ceño al tiempo que dejaba la botella sobre la mesa.

—A que no os parecéis —insistió Lali justo antes de levantar su copa—. Por los estadounidenses: cien por cien puros.

Después de brindar con ella y dar un sorbo, Pablo sacudió la cabeza:

—Tengo la sensación de que no hemos brindado por la misma cosa.

Lali notó que el recuerdo de Peter amenazaba con invadir sus pensamientos y se obligó a bloquearlo.

—¿Qué más da? Hace una noche preciosa.

—Sí —Pablo le acarició el dorso de una mano—. ¿Te he dicho lo hermosa que eres?

—¿En serio vas a cortejarme? —preguntó Lali justo antes de soltar una risotada—. Adelante, adelante, me encanta que me digan cosas bonitas.

—Eres demasiado directa —dijo él—. Me has estropeado la sorpresa —añadió al tiempo que le acariciaba el pelo.

—¿Qué sorpresa? —preguntó Lali y Pablo negó con la cabeza.

—Anda, vamos a dar un paseo. Con un poco de suerte, encontraré algún rincón oscuro donde pueda besarte como es debido.

Pablo se levantó y ayudó a Lali a ponerse de pie. Esta se despidió del camarero, deseándole que pasara una buena noche, antes de que Pablo consiguiera abrirle paso entre el gentío.

Aquellos que no se habían reunido en el café hacía tiempo que estaban en la cama. Las casas blancas estaban cerradas, preparadas para la noche. De vez en cuando se oía el ladrido de un perro y otro que respondía. Lali oía sus propias pisadas mientras andaba por la calle.

—Qué tranquilo está todo. Lo único que se oye es el mar y la noche misma. Desde la primera mañana que desperté en Lesbos, he tenido la sensación de que pertenecía a esta isla. Nada de lo que ha pasado desde entonces me ha quitado esa sensación —Lali se giró entre los brazos de Pablo y rió—. No creo que vaya a volver nunca a Estados Unidos. ¿Cómo voy a volver a soportar Nueva York, con el tráfico y la nieve, todo el día corriendo al trabajo y de vuelta a casa? Puede que me haga pescadora o que haga caso a Cande y me case con algún hombre rico.

—No creo que debas casarte con un hombre rico —dijo Pablo al tiempo que se la acercaba. La fragancia de Lali le penetraba los sentidos. Su cara, a la luz de la luna, era un misterio de belleza clásica—. Deberías probar lo de hacerte pescadora. Viviríamos en la casita de campo de Peter.

Se lo merecería, murmuró para sus adentros Lali. Luego levantó la boca y esperó a que llegara el beso.

Fue cálido y satisfactorio. Lali no sabía si el sofoco que sentía se debía al beso o al licor de anís. Pero tampoco le importaba. Los labios de Pablo no eran imperiosos, apremiantes y posesivos, sino dulces y prudentes. Ella le dio lo que pudo.

No notó que una pasión fogosa ardiese en su interior, pero Lali se dijo que tampoco la quería. La pasión nublaba el juicio más eficazmente que un océano de licor de anís. Ya se había dejado llevar por la pasión y el desenfreno más de la cuenta. Sólo causaban dolor y desengaños. Pablo era amable, sencillo. No le daría la espalda cuando lo necesitara. No sería motivo de noches de insomnio. Se sentiría segura. Era un caballero... y las mujeres se sentían a salvo con los caballeros.

—Lali, eres deliciosa —murmuró él con la mejilla apoyada sobre su cabello—. ¿Hay algún hombre con el que tenga que considerar batirme en duelo?

Lali trató de pensar en Jack, pero no logró recordar sus facciones con claridad. Sí la atrapó, sin embargo, una imagen repentina y nítida de Peter, atrayéndola para darle uno de sus besos devastadores.

—No —respondió con más intensidad de la necesaria—. No hay nadie. Absolutamente nadie.

Pablo la separó unos centímetros y le levantó la barbilla con un dedo. La miró a los ojos bajo el brillo tenue de la luna.

—A juzgar por el ardor de tu respuesta, mi competidor debe de ser formidable. No... —dijo poniendo un dedo sobre los labios de Lali cuando ésta hizo ademán de protestar— no quiero confirmar mis sospechas esta noche. Soy egoísta.

—Pero...

Pablo la interrumpió con un nuevo beso y se recreó en el sabor de sus labios.

—Maldita sea, eres adictiva. Más vale que te lleve a tu casa mientras pueda recordar que soy un caballero y tú una señorita que está muy borracha.

Bueno,no odien a pablo jaja
ADELANTO:Lali vuelve a casa algo borracha y...

NO SE PIERDAN EL PROXIMO CAPITULO,tiene dos partes..creo que les gustarà...

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