lunedì 20 agosto 2012

3 capitulo



Hola chicas,buen dia! Acà subo tempranito,ya que me parece que despues tengo que ir a la piscina(que novedad)
+8 FIRMAS Y OTRO

El cielo estaba lleno de estrellas, plata sobre fondo negro. El mar susurraba. La arena le escocía bajo la espalda. Lali se apoyó sobre un codo e intentó despejarse. ¿Se había desmayado?, ¿de veras había llegado a desmayarse? ¿O se había quedado dormida y, simplemente, lo había soñado todo? Se frotó las sienes con los dedos y se preguntó si sus fantasías sobre piratas le habrían provocado alucinaciones.
Un leve sonido la hizo ponerse de pie. No, había sucedido en realidad y su agresor estaba regresando. Lali se preparó para el combate a medida que veía la sombra acercarse. Antes había aceptado la muerte como algo inevitable, sin ofrecer resistencia; pero esa vez lucharía con todas sus fuerzas.
La sombra soltó un simple gruñido cuando Lali lanzó el puñetazo. Luego la capturó de nuevo y volvió a tirarla contra la arena.
—¡Por Dios!, ¡estate quieta! —ordenó enfurecido el hombre mientras ella intentaba arañarle la cara.
—¡Ni hablar! —replicó Lali, igualmente furiosa. Siguió revolviéndose y peleando hasta que el hombre la inmovilizó tumbándose encima de ella. Sin aliento, sin miedo, Lali lo miró a los ojos.
De pronto, el hombre se fijó en su rostro y frunció el ceño.
—No eres griega —dijo en inglés con una mezcla de sorpresa e impaciencia—. ¿Quién eres?

—No es asunto tuyo —Lali trató, en vano, de soltarse, pero él la tenía sujeta por las muñecas.
—Deja de retorcerte —ordenó él, apretándola con más fuerza todavía. No estaba pensando en lo fuerte que él era o lo frágil que era Lali, sino en que no se trataba de una simple nativa que había aparecido en el lugar incorrecto en el momento incorrecto. Su profesión le había enseñado a conseguir respuestas y adaptarse a las complicaciones—. ¿Qué hacías en la playa a medianoche?
—Nadar —contestó Lali con agresividad—. Hay que ser muy tonto para no imaginárselo.
El hombre soltó un exabrupto y cambió de posición mientras ella seguía moviéndose debajo de él.
—¡Maldita sea!, ¡estate quieta! —exclamó mientras la observaba con absoluta concentración. Lo cierto era que la había visto salir del mar. Quizá estuviese diciendo la verdad—. Así que nadando... Eres estadounidense... Griega no, desde luego —añadió, hablando para sí mismo más que para Lali, que no dejaba de moverse. ¿No estaban esperando los Sierra la visita de una estadounidense? No podía haber elegido un momento más inoportuno.
—Tú tampoco —dijo ella entre dientes.
—Soy mitad griego —contestó el hombre mientras hacía unos rápidos reajustes mentales. La invitada estadounidense de los Sierra dándose un baño a la luz de la luna...Tendría que actuar con cuidado si no quería que se armara un buen escándalo. De repente, esbozó una sonrisa radiante—. Me has engañado. Creía que entendías lo que decía.
—Entiendo perfectamente —replicó Lali—. Y no pienses que vas a poder violarme tan fácilmente ahora que no tienes el cuchillo.
—¿Violarte? —repitió estupefacto el hombre. Soltó una risotada tan súbita como la sonrisa anterior—. No se me había ocurrido. En cualquier caso, no saqué el cuchillo por ti, Afrodita.
—Entonces, ¿por qué me tiras al suelo?, ¿por qué me pones el cuchillo en la cara y casi me asfixias? —contestó ella. La furia era mucho más satisfactoria que el miedo, de modo que le dio rienda suelta—. ¡Aparta! —añadió al tiempo que le daba un empujón, pero sin conseguir desplazarlo.
—Enseguida —accedió él de buen grado. La luz de la luna la iluminaba. Una cara preciosa, pensó, aprovechando que se paraba a analizarla. Seguro que era una mujer acostumbrada a que los hombres la admirasen. Quizá pudiera reconducir la relación recurriendo a un poco de su encanto masculino—. Sólo puedo decir que lo que he hecho ha sido para protegerte.
—¿Para protegerme? —Lali dio un nuevo tirón, pero no consiguió soltarse.
—No había tiempo para delicadezas, señorita. Mis disculpas si mi... técnica no ha sido muy refinada —dijo el hombre con serenidad, como si diera por descontado que ella se mostraría comprensiva—. Dime, ¿qué hacías aquí afuera sola, sentada en una roca y peinándote el pelo?
—¿Y a ti qué te importa? —contestó Lali a la que no le había pasado por alto el tono seductor del hombre. También la expresión de sus ojos se había suavizado. Tanto que casi creía que se había imaginado la dureza que había intuido en ellos entre las sombras. Pero todavía notaba la presión de sus manos apretándole las muñecas—. ¡Suéltame o me pongo a gritar!
Si se detenía a mirarlo, la mujer tenía un cuerpo tentador. Aun así, el agresor se levantó, encogiéndose de hombros. Todavía tenía trabajo pendiente para esa noche.
—Perdón por los problemas que pueda haberte causado —se disculpó mientras Lali se ponía de pie y se sacudía la arena pegada a la piel.
—¿Y ya está? ¡Tendrás cara dura! O sea, que me tiras al suelo, me amordazas, me pones un cuchillo en la cara y luego me pides disculpas como si me hubieras pisado el pie —dijo indignada ella. De pronto, se serenó, se cruzó de brazos y preguntó—: ¿Se puede saber quién eres y a qué ha venido todo esto?
—Toma. Iba a dártelo cuando me atacaste —dijo el hombre después de agacharse para recoger el vestido de Lali. Sonrió mientras se lo ponía. Una lástima cubrir un cuerpo tan esbelto y apetitoso—. Quién soy no tiene importancia ahora mismo. En cuanto al resto... no puedo explicártelo —añadió encogiéndose de hombros nuevamente.
—Estupendo —murmuró disgustada Lali. Luego se dio la vuelta y se encaminó hacia las escaleras de la playa—.Ya veremos qué le parece todo esto a la policía.
—Yo que tú no lo haría.
Aunque había contestado en voz baja, el consejo sonó más como una orden. Lali dudó. Giró a los pies de las escaleras para mirarlo. En ese momento, no estaba amenazándola. Y no sentía miedo, sino la autoridad que aquel desconocido irradiaba. Era bastante alto, notó de repente. Y la luna hacía travesuras con su rostro, haciéndolo parecer cruel de pronto y encantador un segundo más tarde. En ese momento, mostraba una expresión confiada y malévola al mismo tiempo.
Sin dejar de mirarlo, Lali recordó la potencia de sus músculos. Aunque en ese instante estaba de pie, con las manos metidas en los bolsillos de los vaqueros tranquilamente, conservaba un halo de poder. Un halo que no podía disimular por más que sonriera o adoptase una pose desenfadada. Malditos piratas, pensó Lali con un poco de aprensión. Había que estar loca para encontrarlos atractivos. En vista de que se sentía vulnerable, lo ocultó desafiándolo:
—Puede que tú no lo hicieras, pero yo haré lo que me dé la gana —replicó alzando la barbilla al tiempo que regresaba hacia él.
—Por supuesto. Si te gusta complicarte la vida...Yo prefiero no hacerlo. Soy un hombre sencillo —respondió el hombre antes de examinar su cara con detenimiento. Sin duda, decidió al instante, no estaba ante una mujer corriente—. Interrogatorios, informes que rellenar, horas perdidas con papeleos. Para que luego, aunque consiguieras mi nombre, nadie te creería, Afrodita. Nadie —añadió sonriente.
No le gustaba su sonrisa... ni el tono seductor con el que la llamaba por el nombre de la diosa. No se fiaba del calor que le recorría las venas de repente.
—Yo no estaría tan seguro —arrancó Lali. Pero el hombre la acalló, cubriendo la pequeña distancia que los separaba.
—Y no te he violado —dijo mientras le acariciaba el pelo con ambas manos, hasta posarlas sobre sus hombros. Sus dedos no la oprimían como antes, sino que se deslizaban con suavidad sobre la piel de Lali. Tenía ojos de bruja, pensó él, y cara de diosa. No tenía mucho tiempo, pero tampoco podía perder la oportunidad—. Hasta ahora, ni siquiera había sucumbido al deseo de hacer esto.
Bajó la cabeza y la besó con ardor y asombrosa dulzura. La tomó desprevenida. Lali le dio un empujón, pero sin convicción, más como reacción refleja que disgustada realmente. Aquel hombre conocía las debilidades de las mujeres. Y la fue acercando y ablandando con maestría, sin recurrir a la fuerza.
La fragancia salada del mar la envolvía por fuera, como un calor, un fuego abrasador la consumía por dentro. El hombre exploró su boca con la lengua hasta que el corazón de Lali empezó a palpitar salvajemente contra los latidos firmes y rítmicos de él. Sabía mover las manos, las cuales deslizó bajo las anchas mangas del vestido para acariciarle los brazos y la curva de los hombros.
Al ver que ya no se resistía, le mordisqueó los labios como si quisiera extraerles todo el sabor. Despacio, sin prisas. La provocaba con la lengua, la retiraba y luego volvía a introducirla entre los labios de Lali para atormentarla y saborearla. Por un momento, Lali tuvo miedo de volver a desmayarse en sus brazos.
—Un beso no puede considerarse un delito penal —murmuró él contra su boca. Era más dulce de lo que había imaginado y, pensó azotado por el deseo, mucho más letal—. No me importaría correr el riesgo de darte otro.
—No —Lali recuperó el juicio de repente y lo apartó—. Estás loco. Y estás más loco todavía si crees que voy a dejar pasar esto. Pienso... —dejó la frase en el aire después de llevarse la mano a la garganta en un gesto nervioso. La cadena que siempre colgaba de su cuello había desaparecido. Lali miró hacia el suelo, luego levantó los ojos hacia él para fulminarlo. —¿Qué?
—¿Qué has hecho con mi colgante? —preguntó ella—. Devuélvemelo.
—Me temo que no lo tengo, Afrodita.
—Devuélvemelo —insistió Lali. No podía estar más enojada. Dio un paso al frente con decisión—. Para ti no vale nada. No conseguirás más que unos dracmas por él.
—No te he quitado el colgante. No soy un ladrón —respondió ofendido el desconocido—. Si quisiera robar algo de ti, seguro que habría encontrado algo más interesante que un colgante.
Lali le lanzó una mirada basilisca y levantó una mano para darle una bofetada. Él le sujetó la muñeca, lo que no hizo sino añadir frustración al enfado.
—Parece que el colgante te importa —dijo él con voz suave, pero agarrándola con firmeza—. ¿Qué es?, ¿un regalo de un amante?
—Un regalo de alguien a quien quiero. Aunque no espero que un hombre como tú lo entienda —replicó Lali. Dio un tirón y logró soltarse—. No pienso olvidarte —le prometió. Luego se dio la vuelta y subió las escaleras de la playa a toda velocidad.
El hombre la siguió con la mirada hasta que la oscuridad se la tragó. Segundos después, regresó hacia la orilla.

Vieron que no queria nada de lali?La probecita solo estaba en el lugar equivocado en el momento equivocado...y esto recien empienza
+8 FIRMAS Y OTRO

6 commenti:

  1. No se si tan equivocado el lugar y el momento,si no no se hubieran conocido y nos quedabamos sin historia!JAJAYo más bien diria q la confundieron con alguien,pero con quien?

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  2. Pero quién es Peter y q buscaba de la chica q confundió con Lali?

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  3. Por q ese colgante tiene tanta importancia para ella?Ojalá Peter lo encuentre y esa sea la excusa para volver a verla!

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  4. Misterio adrenalina y pasion nada mejor q esa combinacion para una buena historia!Tenias razon elegimos buena opcion!JAJA
    GRACIAS por subirla!

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  5. Me gusta q tus noves tengan cap largos!
    Obviamente espero MAS!MAS Y MAS!

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  6. Lali prometio no olvidarlooo debe cumplir con su palabra!!!
    Mas nove esta súper interesante. Quien será Peter???
    @Titel842

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