domenica 19 agosto 2012

2 capitulo


Bueno,chicas acà EMPIENZA TODO!! Espero que les guste esa nove!Tiene capitulos muy largos! ;D
+8 FIRMAS Y OTRO

 
Pasaban pocos minutos de la medianoche cuando Lali enfiló hacia la playa de nuevo. No había conseguido dormirse, pero acogió de buen grado el insomnio, tomándolo como una excusa para salir a dar un paseo.
Era una noche clara. La luna estaba partida por la mitad, pero emitía una luz blanca que bañaba las copas de los cipreses, bajando hacia la playa. El olor de las flores, penetrante durante el día, parecía más suave, exótico y misterioso a la luz de la luna.
Desde algún lugar a lo lejos, oyó el murmullo de un motor. Un pescador noctámbulo, pensó sonriente. Debía de ser toda una aventura pescar bajo la luna.
La playa formaba un ancho semicírculo. Lali dejó la toalla y el vestido sobre una roca. Luego se metió en el agua. Al contacto con la piel, resultaba tan fresca y sedosa que Lali fantaseó con la posibilidad de quitarse también el pequeño biquini que llevaba. Mejor no, pensó sonriente. Para qué tentar a los fantasmas de los dioses antiguos.

Aunque la idea de explorar los alrededores la seducía, se mantuvo dentro de los límites de la bahía, conteniendo el impulso de recorrer las calas. Seguirían allí a la mañana siguiente, se recordó. A plena luz del día. Nadó con suavidad, imprimiendo a sus brazadas el impulso justo para mantenerse a flote. No había ido para hacer ejercicio.
Incluso cuando empezó a notar que se quedaba fría, continuó en el agua. Había estrellas reflejándose en el mar, y silencio. Un silencio inmenso. La sorprendió darse cuenta de que, sin saberlo, había estado buscándolo.
Nueva York parecía alejada por más que un continente; parecía hallarse a siglos de distancia. Y, por el momento, le gustaba esa sensación. Allí, en Grecia, podría abandonarse a todas esas fantasías que nunca parecían apropiadas en el ajetreo del día a día. En Grecia podría permitirse creer en dioses antiguos, caballeros de brillante armadura y piratas apuestos. Lali rió antes de sumergirse en el agua y volver a sacar la cabeza. Dioses, caballeros y piratas... lo más probable sería que eligiese al pirata si la dejaban elegir. Los dioses eran demasiado sanguinarios y los caballeros, demasiado corteses; pero un pirata...
Lali sacudió la cabeza. Se preguntaba cómo había acabado pensando en esas cosas. Debía de ser influencia de Cande, decidió. Lali se recordó que no quería piratas ni ningún otro hombre. Lo que quería era un poco de paz.
Suspiró, se puso de pie, con el agua llegándole a la altura de la rodilla, y dejó que las gotas le resbalaran por el cabello y la piel. De pronto, tenía frío, pero un frío estimulante. Sin ponerse el vestido, se sentó en la roca, sacó un peine del bolsillo y se lo pasó distraídamente por la cabeza. La luna, arena de playa, el mar... ¿Qué más podía pedir? Durante un breve instante, se sintió en total armonía con su espíritu y con la naturaleza.
Se llevó un susto mortal cuando una mano le amordazó la boca con fuerza. Lali forcejeó, pero un brazo le rodeaba la cintura; un tejido áspero rozó su piel desnuda. Sintió que la arrastraban de la roca y luego se encontró pegada contra un torso firme y musculoso.
¿Violación? Fue el primer pensamiento claro que pasó por su cabeza antes de que le entrara el pánico. Lali empezó a patalear a ciegas mientras la empujaban hacia unos árboles. Apenas penetraba la luz debajo de ellos. Peleó con todas sus fuerzas, atacando con las uñas, clavándolas allá donde podía, y sólo sintió una pequeña satisfacción cuando oyó un pequeño gruñido de dolor junto a la oreja.
—Ni una palabra —le ordenaron en griego. Lali estaba a punto de lanzar un nuevo ataque cuando sintió que la sangre se le helaba. El brillo de un cuchillo captó un rayo extraviado de luna justo antes de que el hombre la tirara al suelo, aplastándola con su cuerpo—. Gata salvaje... Estate quieta y no tendré que hacerte daño. ¿Entendido?
Paralizada de miedo, Lali asintió con la cabeza. Permaneció totalmente inmóvil, con los ojos pegados al cuchillo. En ese momento no podía hacerle frente, pensó disgustada. En ese momento no, pero de alguna manera, de algún modo, averiguaría quién era y se las pagaría.
Aunque ya no sentía el pánico inicial, el cuerpo seguía temblándole mientras esperaba. Parecía que estuviese transcurriendo una eternidad, pero él no se movía, no hablaba. Todo estaba tan silencioso que podía oír las olas rompiendo suavemente en la orilla a unos pocos metros. Encima, entre las hojas, las estrellas seguían brillando. Debía de ser una pesadilla, se dijo. No podía estar ocurriendo realmente. Pero cuando intentó cambiar de postura bajo el hombre, la presión de su cuerpo resultó de lo más real.
La mano que le tapaba la boca le impedía respirar con normalidad y empezaba a ver colores borrosos bailoteando delante de ella. Lali cerró los ojos con fuerza para no desmayarse. Hasta que lo oyó hablar de nuevo, dirigiéndose a alguien a quien no podía ver.
—¿Qué oyes?
—De momento nada —respondió una voz ruda y tensa—. ¿Se puede saber quién es? —añadió, refiriéndose a Lali.
—Da igual. Ya nos encargaremos de ella.
Un zumbido estruendoso en los oídos le dificultaba comprender el griego. ¿Cómo que se encargarían de ella?, ¿qué significaba eso?, pensó, mareada de nuevo por el miedo y la falta de aire.
El segundo hombre dijo algo sobre las mujeres en voz baja y furiosa. Luego escupió al suelo.
—Tú estate atento y aguza el oído —ordenó el que tenía retenida a Lali—.Y déjame a mí la mujer.
—¿Qué ha sido eso? —susurró de pronto el segundo hombre.
Lali notó que el hombre que la sujetaba se tensaba, pero no apartó la vista del cuchillo en ningún momento. Lo estaba agarrando con más fuerza; notaba que lo estaba apretando por el mango.
Pasos. Resonaron en las escaleras de piedra de la playa. Al oírlos, Lali empezó a forcejear de nuevo con la fiereza del pánico y la esperanza. El hombre emitió un leve gruñido y cargó el peso del cuerpo sobre ella. Olía a mar. Al cambiar de postura, Llai captó un vislumbre de su cara, iluminada por un rayo de luna. Era un rostro de facciones angulosas, con una boca de labios apretados y ojos alertas. Ojos duros, fríos e implacables. La cara de un hombre preparado para matar. ¿Por qué?, se preguntó Lali mientras su cabeza empezaba a flotar. Ni siquiera lo conocía.
—Síguelo —le ordenó a su compinche. Lali oyó un ligero frufrú entre las hojas—.Yo me ocupo de la mujer.
Los ojos de Lali se desorbitaron al ver el brillo afilado del cuchillo. Tragó saliva y le supo amarga. El mundo se puso a dar vueltas y luego desapareció.

 
Ops,lali se desmayò...Quien es el hombre?que quiere hacer a lali?
Esperando la LALICAM! JAJA
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