5 capitulo

Hola chicaaaas!!Muchas gracias por la nove..hacemos maraton,eh!Ahora vamos a entrar en lo mejor de la nove jajaja asique esten listas...

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Después de colgar, Peter miró por los ventanales de su suite. Pero su atención no estaba centrada en las magníficas vistas que se divisaban desde el balcón, sino en algo, o más bien en alguien, que encontraba aún más atractivo.

¡Lali!

Aún estaba sorprendido por el hecho de que hubiera cambiado de opinión y hubiera aceptado no sólo vender Francine, sino también trabajar para él. Por algún motivo le resultaba extraño. Era casi como si se hubiera sometido a él...

Apartó de inmediato aquel pensamiento de su cabeza y se recordó que tenía trabajo.

Desde que se había ido de Grasse había pasado más tiempo del que quería admitir pensando en ella, y no sólo debido a los problemas que pudiera haberle dado con la venta. Su reacción hacia ella, su conciencia de ella, su deseo por ella, habían asumido demasiado control sobre sus sentidos.

Por expresarlo claramente, la deseaba de un modo que no sólo lo había pillado desprevenido, sino que estaba haciéndole...

¿Haciéndole qué? ¿Desear rebobinar su vida hasta el momento en que la vio por primera vez en Cannes para poder hacer lo que su instinto masculino lo impulsó a hacer entonces? Tomarla entre sus brazos, sacarla de allí y llevara a algún sitio en que...

Era en momentos como aquél cuando su sangre griega parecía entrar en lucha con su educación australiana, reconoció con ironía. Hormonalmente se sentía griego, pero, gracias al cielo, cerebralmente seguía siendo un hombre de negocios australiano. Y aquélla era la parte en que necesitaba centrarse.

Había disfrutado centrándose en Lali, desde luego. Nunca le habían gustado las mujeres demasiado delgadas, y Lali tenía las proporciones justas. Su cintura era tan estrecha que habría podido abarcarla con sus manos, sus caderas eran sensuales y curvilíneas, sus piernas largas... lo suficiente como para rodearlo con ellas... y sus pechos. Ah, sus pechos... La mera idea de acariciarlos, de acariciar con los labios la tierna carne de sus cimas...

Peter gimió y cerró los ojos, lo que no fue buena idea, pues enseguida apareció la imagen de Lali en su mente. Debía de estar volviéndose loco; o eso, o iba camino de enamorarse perdidamente de ella.

¿Enamorarse? ¡Mas bien «enlujuriarse»! Además, enamorarse era una complicación que no necesitaba en su vida. Pero sí necesitaba a Lali. En su vida. Entre sus brazos. En su cama...

Raoul le había dicho que Lali iba a volver a Inglaterra y -él debería alegrarse por ello.

Sin duda, a su abuela le habría encantado verlo en el estado de confusión en que se encontraba en aquellos momentos.

Pensar en su abuela le hizo fruncir el ceño. El sólo tenía catorce años cuando murió. Una edad muy sensible, lo que sin duda explicaba...

Su móvil volvió a sonar, interrumpiendo sus pensamientos.

¿Estaba haciendo lo correcto?, se preguntó Lali mientras subía a su habitación en el hotel.

Deseaba fervientemente que su abuela estuviera allí para poder hablar con ella. ¿Aprobaría lo que estaba haciendo? La oleada de euforia que había sentido había remitido y se sentía temblorosa e insegura. ¿Y si no podía elaborar un perfume vendible? Y aunque lo lograra, ¿por qué iba a tener éxito su perfume donde tantos otros habían fallado? El mundo ya no era el mismo que en el que' se crearon los perfumes clásicos. Los consumidores eran más exigentes, más volubles...

Pero si tenía éxito, si lograba crear un nuevo perfume...

Empezaba a sentirse excitada de nuevo. ¿Y si entre Peter y ella...?

¿Entre Peter y ella? La excitación que sintió al pensar aquello no tuvo nada que ver con la que le había producido pensar en el perfume.

¿Por qué no lo admitía de una vez? Se había sentido atraída por él desde el primer momento que lo había visto. Pero describir sus sentimientos como mera atracción era como tratar de comparar una colonia con un perfume.

Su corazón comenzó a latir más rápido y se le humedecieron las palmas de las manos.

Acalorada, reconoció que no quería ponerse a pensar en detalle lo que le hacía sentir aquel hombre.

-Espero estar haciendo lo correcto -dijo Lali en tono indeciso a su amiga a la vez que apretaba con más fuerza el móvil que sostenía en la mano.

-A mí me parece que sí -contestó Cande-. A veces uno tiene que seguir sus instintos y su corazón, por arriesgado que parezca.

El corazón de Lali latió más deprisa al darse cuenta de la facilidad con que se había delatado ante su amiga.

¿Cómo podía haber adivinado Cande por lo que le había dicho sus crecientes sentimientos por Peter? ¡Apenas lo había mencionado!

-Tu trabajó no es una mera elección de carrera, sino que se trata de una vocación. Y cuando una persona tiene tu talento, a veces tiene que seguir lo que le dicta su corazón en lugar de tomar decisiones cerebrales.

¡Su trabajo! ¡Cande estaba hablando de su trabajo, no de Peter!

-Es una oportunidad única, desde luego -dijo Lali, excitada-. Pero...

-Nada de peros -interrumpió Cande con firmeza-. ¡Vea por ello, chica!

Cuando terminó de hablar, Lali se dio cuenta de que llevaba más de diez minutos hablando con su amiga y de que tenía hambre. ¡Eran casi las ocho y no había comido nada desde el desayuno!

Tras ducharse y ponerse un elegante vestido de seda que había comprado en unas rebajas en París, fue al restaurante del hotel, donde en seguida fue atendida por el maître.

¿Una mesa para cenar, señorita? Lo siento pero no va a ser posible. El restaurante está completo.

-Pero soy cliente del hotel -protesto Lali.

El maître abrió los brazos con expresión de pesar.

-Lo siento, pero en su habitación hay una nota en que se ruega a los clientes del hotel que reserven mesa para comer. Tenemos un restaurante de mucho prestigio y mucha gente de Cannes viene a comer aquí.

El corazón de Lali se iba encogiendo mientras lo escuchaba. Era cierto que había visto la nota sobre las reservas en su habitación.

-Pero hay varios restaurantes de calidad en Mougins -continuó el maître-. Sólo está a un paseo de aquí y es un lugar muy bonito.

Lali suspiró. Aunque no le habría importado comer sola en el restaurante del hotel, no le apetecía salir. Pensaba visitar Mougins, pero durante el día.

Al parecer no le iba a quedar más remedio que volver a su habitación y encargar algo por teléfono. Acababa de dar las gracias al maître y estaba a punto de salir cuando de pronto vio a Peter.

NO SABEN LO QUE SE VIENE jajja

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