martedì 7 agosto 2012

6 capitulo

Hola chicas…acà està el capitulo!Recomiendan la nove y firman que se vienen unos capitulos...mmm....jaja Otra cosa,alguien tiene BBM? Si sì,digamen sus PIN

Besos


 

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Era obvio que él también la había visto, pues se encaminó de inmediato hacia ella. Lali sintió que su rostro se acaloraba con una mezcla de conmoción, excitación y placer.

-¡Peter! -exclamó-. ¿Qué hace aquí?

-Me alojo aquí -contestó él.

Lali tuvo que disimular la decepción que le produjo su respuesta. Al parecer no había ido allí a buscarla, como había pensado al verlo.

-¿Y usted? -preguntó Peter-. ¿Va a cenar aquí?

Parecía tan frío y distante que el corazón de Lali latió incómodamente en su pecho mientras luchaba contra su decepción.

La realidad de Peter en persona era muy distinta a las fantasías que había estado elaborando en su cabeza involuntariamente durante toda la tarde. Parecía tan austero, tan ajeno y distante... Además, estaba mirando más allá de ella, como si estuviera buscando a alguien. ¿A otra mujer tal vez? ¿Tendría una cita para cenar?

-Lo cierto es que no -contestó a la vez que alzaba la barbilla valientemente-. No voy a cenar aquí hoy. Yo también me alojo en el hotel, pero he olvidado hacer mi reserva para la cena. El maître ha sugerido que vaya andando a Mougins...

-¿Sola? Ni hablar -dijo Peter en tono autoritario-. Me sorprende que el maître haya sugerido tal cosa a una mujer sola. Porque está sola, ¿no?

Lali notó que había dejado de mirar tras ella. De hecho, la estaba mirando directamente a los ojos como si... como si...

-Sí. Sí, estoy... -se interrumpió cuando uno de los componentes de un numeroso grupo que acababa de entrar en el restaurante tropezó involuntariamente con ella, haciéndola tambalearse.

Peter la rodeó de inmediato con un brazo y la atrajo hacia sí, tanto que Lali sólo habría tenido que respirar profundamente para que sus cuerpos se tocaran.

-Esto se está poniendo hasta arriba –dijo él-. Ya que tengo una mesa reservada, ¿por qué no cena conmigo?

-¡Oh, no! -protestó Lali de inmediato-. No se lo he dicho por...

-Pero yo sí -interrumpió Peter con suavidad.

La frialdad que Lali había percibido en su mirada hacía unos momentos había desaparecido y se había transformado en... No lograba encontrar las palabras para describir el calor y la sensualidad que ardían en la mirada que le había dedicado Peter. Sólo lograba pensar en el efecto que estaba ejerciendo sobre ella...

-¿Cree que es buena idea? -no pudo evitar preguntar.

-¿Por qué no iba a serlo?

A Lali se le ocurrían mil razones, y todas ellas tenían que ver con lo peligrosa que le parecía su forma de reaccionar con aquel hombre.

-Dada la situación profesional que hay entre nosotros... -empezó sin convicción, pues no estaba dispuesta a admitir el verdadero motivo por el que no le parecía buena idea que cenaran juntos.

-¿Por qué no olvidamos eso y empezamos de cero? -dijo Peter-. Podemos declarar una tregua. He hablado con Raoul...

A pesar de saber que era una tontería, Lali no pudo reprimir una leve punzada de decepción al darse cuenta de que Peter le estaba hablando como a un colega, no como a una mujer a la que quisiera llegar a conocer personalmente.

-Ah, ¿sí?

-Sí -confirmó él-. Y no sabe cuánto me he alegrado al enterarme de su decisión.

-Me ha parecido que era lo mejor que podía hacer -Lali hizo una pausa con intención de decirle cuánto le había agradado saber que había aceptado que utilizara ingredientes naturales para los perfumes, pero Peter negó con la cabeza cuando fue a hacerlo.

-Parte de la tregua consiste en no hablar de negocios esta noche. -Eso no lo había dicho antes.

-Ah, ¿no? -cuando Peter sonrió, Lali temió que el corazón se le detuviera a causa de lo sexy que le pareció su sonrisa-. Pues lo digo ahora.

-Pero si no hablamos de negocios, ¿de qué...? -Lali se interrumpió y se ruborizó al ver cómo la estaba mirando Peter.

-Seguro que encontramos temas de sobra sobre los que hablar -dijo él con suavidad.

Lali no contestó. Era demasiado consciente del hecho de estar peligrosamente cerca de desear mucho más de él que una simple relación profesional.

Peter hizo una seña al maître, le dijo algo, y éste los condujo hasta una mesa.

Mientras avanzaban, Lali no pudo evitar notar el interés que despertaba León en las mujeres junto a las que pasaban.

Como era de esperar, le habían dado una de las mejores mesas del restaurante.

Apenas había abierto su menú cuando se acercó un camarero con una botella de champán y dos copas. Miró a Peter, desconcertada.

-Espero que no le importe -dijo él-. Me ha parecido apropiado. Para celebrarlo.

Lali no lograba apartar la mirada de él. ¿Cómo podía haber pensado alguna vez que sus ojos eran fríos?

-Pero Raoul me ha dicho que aún pueden pasar unos días antes de que podamos firmar los contratos, y ya que él no está aquí...

Peter sonrió.

-No era eso lo que quería celebrar -dijo, en un tono de voz que sonó a oídos de Lali tan seductor como chocolate negro derretido.

-¿No? -fue todo lo que logró decir antes de tomar su copa.

-No -contestó Peter, y le dedicó una mirada tan sensual y excitante que Lali temió que su cuerpo comenzara a temblar de placer-. ¿No va a preguntarme qué estamos celebrando?

-Yo... er-Lali dio un largo trago a su copa y estuvo a punto de atragantarse. Tosió mientras la dejaba-. Lo siento -añadió, totalmente ruborizada.

-¿Qué sucede? ¿No le gusta el champán? -bromeó él.

-Sí me gusta, pero lo cierto es que no soy una gran bebedora. Supongo que se debe a que me educó mi abuela. Era un poco anticuada para los tiempos que corren.

-¿Por qué la crió su abuela?

Lali notó que la estaba mirando como si estuviera sinceramente interesado en averiguar más cosas sobre ella.

-Mi madre murió poco después de mi nacimiento y mi padre... tenía mucho trabajo. De manera que mi abuela se ocupó de mí y entonces papá volvió a casarse. Pero a Melanie, mi madrastra, no la atraía mucho la idea de tener que ocuparse de una niña a la que le faltaba muy poco para ser una adolescente. En cualquier caso, a mí me alegró poder seguir con mi abuela.

-Comprendo.

Lali notó que Peter la estaba mirando de una forma muy directa, y también muy tierna. Aquello la hizo sentirse casi como si pudiera contarle cuánto sufrió al comprender que su madrastra no quería saber nada de ella y que su padre no la quería lo suficiente como para insistir en que viviera con ellos.

-Yo también mantuve una relación muy cercana con mi abuela -dijo Peter.

Por un momento se miraron en silencio. Lali comprendió que estaban descubriendo que tenían más cosas en común de lo que creían.

-Su abuela era griega, ¿no? -preguntó.

-Sí. Tanto mi padre como mi madre trabajaban muy duro en el negocio que estaban poniendo en marcha y mi abuela se ocupó de mí. Murió cuando yo tenía catorce años. Fue una época muy mala para la familia.

-¿Aún la echa de menos?

-Sí. Mi abuela no tuvo una vida precisamente fácil... -la boca de Peter se contrajo en un gesto de amargura-. Sus padres emigraron a Australia para escapar de la pobreza. Su madre murió antes de que llegaran a Sidney y su padre se quedó tan destrozado que comenzó a beber. Mi abuela tuvo que criar prácticamente sola a sus hermanas y hermanos, y también a su padre, cuando apenas era más que una niña. Tenía doce años cuando llegó a Australia y veinticuatro cuando se casó con mi abuelo. Trabajaba de doncella cuando lo conoció, y en aquella época el servicio no tenía permiso para casarse. No quiso dejar su trabajo porque aún tenía que cuidar de su padre.

-Debió de ser una persona maravillosa -dijo Lali con delicadeza.

-Lo era.

Lali captó una expresión en la mirada de Peter que no supo analizar. Contenía enfado y amargura y, por algún motivo, parecían dirigidos hacia ella.

-Lleva su perfume -él cambió bruscamente de tema.

Lali asintió y trató de que no se notara que le agradaba que se hubiera fijado.

-¿Es muy distinto al Myrrh original?

-Un poco -contestó Lali, decepcionada al comprender que el interés de León era más profesional que personal-. El perfume original, como muchos de su tiempo, era mucho más fuerte de lo que suele gustarles a las mujeres hoy en día, y también era muy caro.

-Caro y exclusivo -asintió secamente-.

Un lujo del que nunca podrían disfrutar las mujeres normales.

Lali vio con desconcierto que la expresión de Peter se volvía de nuevo cerrada y adusta cuando preguntó:

-¿Ha decidido ya lo que le apetece comer?

Lo miró y sintió la tentación de preguntar qué había dicho para que reaccionara así, pero se limitó a asentir y a informarlo de que estaba lista para pedir.


 


 

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