20 capitulo

Sólo entonces se fijó en la jeringuilla que había entre las sábanas.

—¡Dios!

Aquello explicaba muchas cosas. Los cambios de humor de Belen, los nervios que tan tensa la tenían. No entendía cómo no se le había ocurrido antes que pudiera tener un problema de drogadicción. Se había puesto una sobredosis, pensó Lali espantada. ¿Qué debía hacer. Seguro que habría algo que tuviera que hacer.

—Lali... ¡Dios!

Ella giró la cabeza y se encontró a Benja, pálido y rígido bajo el dintel.

—No está muerta —informó Lali de inmediato—. Creo que ha sido una sobredosis. Llama a un médico, a una ambulancia.

—¿No está muerta?

Lali oyó el tono apagado de su voz, lo oyó acercarse a Belen. Pero no había tiempo para consolarlo.

—¡Llama ya! —le ordenó—. Tiene pulso, pero es muy débil.

—¿Qué pasa con Belen? —preguntó Agus exasperado—. La asistenta está histérica y... ¡santo cielo!

—¡Una ambulancia!, ¡por Dios, deprisa! —ordenó Lali sin dejar de tomar el pulso de Belen. Quizá consiguiera que su corazón siguiese latiendo por el mero hecho de tomárselo. Se giró y vio a Agus salir de la habitación volando mientras que Benja permanecía helado—. Hay una jeringuilla. ¿Sabías que se drogaba? —le preguntó. No quería herirlo, pero convenía tener el máximo de información posible por si le resultaba de utilidad a los médicos cuando llegaran.

—Heroína —dijo Benja al tiempo que un escalofrío le recorría la espalda—. Creía que lo había dejado. ¿Estás segura de que está...?

—Está viva —Lali le agarró una mano cuando Benja se decidió a acercarse a la cama. Sintió un azote de compasión por Belen y por el hombre cuya mano sostenía en ese momento—. Está viva, Benjamin. La ayudaremos a salir adelante.

El le apretó la mano un instante, fuerte; tanto que Lali estuvo a punto de quejarse por el dolor.

—Belen —murmuró él—.Tan bella... tan perdida.

—No la hemos perdido, ¡todavía no! —insistió Lali con fiereza—. Si sabes rezas, reza todo lo que sepas por que la hayamos encontrado a tiempo.

Benja se quedó mudo unos segundos. Sus ojos se habían apagado, no tenían vida. Lali lo miró y pensó que jamás había visto algo tan vacío.

—Rezar —susurró él—. Sí, es lo único que se puede hacer.

Se le hizo una eternidad, pero cuando Lali vio el helicóptero desaparecer hacia el oeste, seguía siendo temprano. Benja acompañó a Atenas a Belen, todavía inconsciente, mientras Agus y Cande apresuraban los preparativos de su propio vuelo.

Todavía descalza y en camisón, Lali siguió con la mirada la dirección por la que se había ido el helicóptero. Mientras viviera, pensó, jamás olvidaría la mirada pétrea y vacía de Benja... ni la belleza sin vida del rostro de Iona. Sintió un escalofrío, se giró y vio a Agus.

—Vazquez —dijo con calma— está en el salón.

—No, ahora no, Agus —protestó rendida—. ¿Cuánto más vas a poder aguantar? —le preguntó entonces, compadeciéndose de él.

—Lo que haga falta —dijo Agus entre dientes—.Te pido perdón por hacerte pasar por todo esto. Lali...

—No, no me trates así, Agus. Creía que éramos amigos.

—¡Menudos amigos! —murmuró él—. Perdóname.

—Sólo si dejas de tratarme como si fuese una desconocida.

Agus suspiró y le pasó un brazo alrededor de los hombros.

—Anda, vamos a ver qué quiere el capitán.

Lali se preguntó si se convertiría en una costumbre entrar en el salón para atender a las preguntas de Vazquez. Lo encontró acomodado en un asiento ancho y ella ocupó el mismo sofá que la vez anterior. Lo miró y esperó a que empezase su interrogatorio.

—Sé que es difícil para usted. Para todos ustedes —arrancó Vazquez abarcando con la mirada a todos los presentes en la pieza, desde Lali a Agus, pasando por Cande—. Seremos tan discretos como sea posible, señor Vazquez. Haré lo que esté en mi mano por evitar a la prensa, pero un intento de suicidio en una familia tan conocida como la suya... —el capitán dejó la frase colgando.

—Suicidio —repitió Agus en voz baja, como si necesitase oír la palabra de nuevo para que cobrara sentido.

—Según el informe preliminar, parece que su prima se ha suministrado una sobredosis. Pero no puedo ser más específico hasta que se cierre la investigación. Cuestión de procedimiento, espero que lo entiendan.

—Procedimiento...

—¿Encontró usted a la señorita Sierra, señorita Esposito?

Lali dio un respingo nervioso al oír su nombre. Luego se tranquilizó.

—No, en realidad fue la asistenta la que la encontró. Entré a ver qué le pasaba. A Zena se le había caído la bandeja que llevaba y... cuando entré, vi a Belen.

—¿Y llamó a una ambulancia?

—No —Lali negó con la cabeza, irritada. El capitán sabía de sobra que había sido Agus quien había llamado, pero quería que le contase los hechos detalle por detalle. Resignada, decidió complacerlo—. Al principio pensé que estaba muerta. Luego sentí que tenía un poco de pulso. La puse sobre la cama.

—¿Dónde estaba? —preguntó el capitán en tono pesquisidor.

—Bueno, en realidad ya estaba en la cama, pero tenía medio cuerpo fuera. Le colgaba la cabeza y quería ponerla bien sobre el colchón —Lali levantó las manos en un gesto de impotencia—. La verdad es que no sé qué quería hacer; me pareció lo más adecuado.

—Entiendo. Y entonces encontró esto —dijo Vazquez mostrándole la jeringuilla, la cual habían guardado en una bolsa de plástico.

—Sí.

—¿Sabía que su prima consumía heroína, señor Sierra?

Agus se puso tenso. Lali vio que Cande extendía un brazo para agarrarle una mano y darle fuerzas.

—Sabía que Belen tenía un problema... con las drogas. Hace dos años fue a una clínica en busca de ayuda. Creía que lo había superado. Si hubiese imaginado que seguía... enferma —acertó a decir— no la habría metido en casa con mi esposa y mi amiga.

—Señora Sierra, ¿estaba usted al corriente del problema de la señorita Sierra?

Lali oyó el gruñido de Agus, pero Cande respondió enseguida.

—Perfectamente —dijo con calma y su marido la miro sorprendido—. Es decir, sabía que mi marido se había ocupado de que ingresara en una clínica para recibir tratamiento hace dos años, aunque intentó ocultármelo —añadió al tiempo que apretaba la mano de Agus.

—¿Tiene idea de quién le proporcionó la dosis a su prima, señor Sierra?

—Ninguna.

—Bien. Dado que su prima vive en Atenas, lo mejor será que me ponga en contacto con la policía de allí, para preguntar a sus amigos más cercanos.

—Haga lo que tenga que hacer —dijo Agus cansado—. Lo único que le pido es que proteja a mi familia lo máximo posible.

—Por supuesto. Esto es todo. Disculpen la intrusión una vez más.

—Tengo que telefonear a la familia —dijo Agus desganado cuando Vazquez se hubo marchado de casa. Luego se levantó y se fue sin decir palabra.

 

Acà està, la verdad es que estoy muy cansada,asique no voy a decir muchas cosas...Solo que la nove tiene 37 capitulos y que ahora lali se quedarà sola en la villa...

+10 FIRMAS DE 4 PERSONAS DISTINTAS,como ya saben pueden firmar las veces que quieren..me gustan sus opiniones ;D

Buenas noches

@porLali_ITALIA