lunedì 30 luglio 2012

Primer capitulo de “Todo por un perfume”


Bueno,Perdon por subir tarde es que salì con mis amigas J acà està el primer capitulo firmen en muchas
10 FIRMAS Y OTRO


Lali sonrió cuando Cande, su mejor amiga, entró en la habitación en que destilaba los ingredientes de sus perfumes.
-Mmm... qué olor tan bueno -exclamó Cande, entusiasmada.
-Es un encargo personal que estoy elaborando.
-¿Para algún famoso? ¿Para quién?
Lali negó con la cabeza y rió.
-Ya sabes que eso no puedo decírtelo. Es un tema confidencial.
-Ya que la prensa ha averiguado que una famosa cantante te ha pedido que elabores un perfume especial para ella, sólo puedo asumir...
-No me hagas más preguntas al respecto -rogó Lali fervientemente a la vez que su sonrisa se transformaba en una expresión de preocupación. Sin duda, otras personas en su posición habrían dado la bienvenida a la publicidad que obtuvo cuando se supo que iba a elaborar el perfume de la cantante, pero Lali valoraba mucho su intimidad y el anonimato.
-¿Deduzco que aún vas a ir a Francia? -preguntó Cande.
Lali frunció el ceño.
-En realidad no tengo otra opción. Raoul está haciendo imposible que no vaya. Está decidido a vender la casa de perfumes a ese multimillonario griego...
-¿Te refieres a Peter Lanzani?
-Sí, o al Destructor Griego, como yo lo llamo.
-¿Destructor? -Cande movió la cabeza-. Está claro que ese hombre no te gusta.
-¡No me gusta lo que planea hacer con Francine, desde luego!
-Pero no hay duda de que es un hombre muy sagaz -dijo Cande-. El consorcio que dirige vale millones, y desde que contrató a ese diseñador de ropa para mujeres, no hay una que no sueñe en llevar una prenda con su etiqueta.
-¿No? -dijo Cande con expresión irónica-. Pues aquí tienes una que no tiene ninguna intención de hacerlo. Ese tipo no sólo quiere la casa de perfumes; también quiere los derechos del perfume que me dejó mi abuela. Raoul me está presionando para que se lo venda, pero no pienso hacerlo. Ese perfume fue diseñado por mi bisabuelo para mi bisabuela. Sólo se lo vendía a un grupo de clientes muy selecto. Mi abuela me dejó el secreto de su elaboración porque sabía que lo protegería. ¡El motivo por el que discutió con su hermano fue precisamente porque éste quería venderlo, como Raoul!
-En ese caso, no vayas a Francia -dijo Cande.
-No me queda más remedio. Soy dueña del treinta por ciento del negocio y no pienso permitir que Raoul se lo venda a ese... a ese...
-¿Dios del sexo? -concluyó Cande con un travieso brillo en la mirada.
-¿Dios del sexo? -repitió Lali en tono desaprobador.
-¿No has visto su foto en la prensa? -cuando Lali negó con la cabeza, Cande sonrió-. ¡Es un tipo increíble! Sus bisabuelos eran griegos y emigraron a Australia siendo bastante jóvenes.
-Pareces saber mucho sobre él.
-Es un hombre muy sexy... ¡y yo soy una mujer hambrienta de hombres sexy! -Cande volvió a sonreír-. Y hablando de eso, me parece una locura que sigas escondiéndote en Pembroke cuando podrías estar viviendo en París y en Cannes. ¿Y qué piensa Raoul de tu negocio, por cierto?
-Francine ya no hace perfumes únicos por encargo, así que en ese terreno no hay conflicto de intereses; pero me está presionando para que elabore uno. Me convenció para que me pusiera uno horroroso durante la feria; fue uno de los últimos errores de su padre. La abuela siempre decía que su hermano carecía de olfato, y a su sobrino parece pasarle lo mismo. Ahora quiere que cree un nuevo perfume para Francine.
-¿Y tú no quieres?
Lali suspiró, exasperada.
-Sí quiero. Claro que quiero. De hecho, crear un nuevo perfume para Francine sería un sueño hecho realidad. Pero... -alzó las manos expresivamente-. Como ya sabes, mis perfumes proceden de materiales totalmente naturales y se elaboran del modo tradicional, mientras que a Raoul le interesan los procedimientos modernos y los productos manufacturados químicamente. ¡Y no es sólo eso! Espero poder persuadirlo para que no siga adelante con la venta. El tiene la mayoría de la acciones, por supuesto, pero somos una de las poquísimas casas de perfumes tradicionales que quedan, y vender nuestra herencia por...
-¿Un plato de lentejas? -dijo Cande en tono burlón.
-No quiero vender el negocio a ese millonario griego, y así se lo he hecho saber a Raoul.
-Mmm, toda esta charla sobre pociones y lociones me recuerda... ¿Por qué no me preparas una mezcla especial para atraer a los hombres?
-Elaboro perfumes, no pociones mágicas.
-Es lo mismo, ¿no? elijo Cande en tono ligero, pero su expresión cambió al ver lo seria que estaba Lali-. Te preocupa algo más, ¿verdad?
Lali suspiró.
-Todo es tan complicado... Tal y como están las cosas, Francine vale muy poco en términos financieros. En realidad sólo queda el nombre, y eso es precisamente lo que quiere comprar el Destructor Griego.
-¿Sólo el nombre?
-¡No sé! Raoul me llamó anoche y me dijo que ha informado a Leoneadis Stapinopolous de que estoy trabajando en un nuevo perfume y que éste y mis habilidades formarán parte del trato. Le dije que no tenía derecho a hacer tal cosa. Tan sólo soy la accionista minoritaria de Francine. ¡No trabajo para la casa! -Lali se puso a caminar de un lado a otro, enfadada-. Raoul dice que sólo estoy poniendo dificultades y que no me doy plena cuenta de la maravillosa oportunidad que puede ser esta venta. ¿Pero una oportunidad para qué, Cande? No hay duda de que ganaríamos bastante dinero, sobre todo Raoul, pero la esencia de Francine quedaría destruida, y eso no puedo permitirlo. Pero me está presionando tanto... ¡Si hago lo que me pide estaré vendiendo mi alma! Anoche me recordó que había tenido mucha suerte al heredar la fórmula del perfume más famoso de Francine. De hecho, hizo que me sintiera un poco culpable al respecto.
-¿Culpable? ¿Tú? ¿Por qué ibas a tener que sentirte culpable? -preguntó Cande-. Sé que no es asunto mío, pero somos amigas hace mucho tiempo y creo que deberías ser un poco cauta en lo referente a tu primo -dijo con franqueza.
Lali sonrió mientras entraba en el vestíbulo de su hotel. Había reservado una habitación allí siguiendo los consejos de un cliente que le había hablado maravillas del sitio.
Aunque al encontrarse en Mougins se hallaba un poco lejos de Grasse, que era donde estaba el edificio con la perfumería y la casa en que vivía Raoul, no le importaba.
Aquel hotel era un remanso de paz y tranquilidad, no como los que prefería Raoul, que lamentaba enormemente no estar en posesión de la casa de París que en otra época perteneció a su familia.
. -¿Por qué decidiría nuestro bisabuelo vender la casa de París y conservar la de Grasse? ¡Cuando pienso en lo que habría valido ese lugar en París!
Lali no había dicho nada. Su propia abuela le había contado que tanto la casa de París como la tienda tuvieron que venderse para hacer frente a las deudas de juego de su hermanó, pero no había querido reabrir las viejas heridas familiares.
Había reservado la habitación para una semana con intención de compaginar el trabajo con visitas a los floristas de la zona, a los que compraba parte de los ingredientes naturales que utilizaba para sus perfumes.
Mientras firmaba el registro del hotel ocultó una sonrisa al ver que la elegante francesa que atendía en recepción olfateaba discretamente en su dirección. El perfume que llevaba Lali era único y se negaba a dárselo a nadie más, por mucho que se lo rogaran.
Estaba basado en la fórmula original que le había dado su abuela, pero con un sutil añadido personal que aligeraba el aroma original y realzaba el olor de su propia piel. Era la creación favorita de Lali, y sabía sin ninguna vanidad que si quisiera sería un éxito de ventas.
En su frasco, el perfume siempre le recordaba a su abuela, pero cuando se lo ponía era completamente único.
Cuando entró en su habitación comprobó que era tan cómoda, elegante y tranquila como había esperado. Tenía el tiempo justo para deshacer el equipaje y cambiarse antes de ir a Grasse a reunirse con Raoul para explicarle por qué se oponía que vendiera el negocio a Peter Lanzani , el Destructor Griego. Su boca se curvó en una mueca desdeñosa cuando pensó en los motivos del millonario para querer hacerse con Francine.
Sin duda había visto que varios de sus competidores ya se habían dado cuenta de las ventajas financieras que suponía poner en venta un perfume de éxito, sobre todo teniendo en cuenta la cantidad de mujeres que querían seguir el ejemplo de actrices y modelos que habían expresado su preferencia por algún exclusivo perfume tradicional.
Su desdén se transformó en un ceño fruncido mientras se ponía unos cómodos vaqueros. La ropa formal no era su favorita y, a fin de cuentas, aquélla no iba a ser una reunión oficial, sino una conversación con su primo y socio.
En otra época, Francine solía producir algunos de los perfumes de su tiempo, pero Lali sabía que el hermano de su abuela, el abuelo de Raoul, vendió casi todos los derechos de aquellos perfumes y utilizó el dinero para pagar sus deudas de juego y para financiar una serie de negocios que resultaron un completo desastre.
En el presente, lo único que producía Francine era una anticuada agua de colonia de lavanda y una crema para caballeros que, en opinión de Lali, no favorecían en lo más mínimo al nombre de la casa.
Lali se consideraba muy afortunada al haber encontrado una familia cerca de Grasse que no sólo cultivaba rosas y jazmines para la industria de la perfumería del modo tradicional, sino que también utilizaba el método de destilación tradicional. La familia Lafount producía una esencia de rosa y de jazmín de la máxima calidad, y ella tenía el privilegio de poder comprarles los materiales. Los hermanos Lafount, que ya tenían más de setenta años, habían conocido a su abuela, y Lali sabía que le permitían comprar las pequeñas cantidades que ella podía encargar por deferencia a ésta.
Mientras iba al aparcamiento a por su coche de alquiler, Lali se fijó en el revuelo de actividad que había en torno a una gran limusina Mercedes que tenía las ventanillas tintadas en negro. Pero tenía demasiado en qué pensar como para dedicar más que un vistazo a la escena mientras se alejaba.
Lali detuvo el coche pensando que si Raoul conseguía lo que quería y vendía Francine al Destructor Griego, la elaboración de los perfumes sería trasladada a alguna fábrica moderna y se llevaría a cabo con materiales modernos, y los empleados ya mayores que seguían trabajando para Francine perderían su trabajo.
Heléne, la anciana y poco amistosa ama de llaves de Raoul y que protegía a éste como un auténtico perro guardián, abrió la puerta a Lali con su habitual expresión de misantropía. Después la precedió por las escaleras hasta la puerta del despacho, donde se detuvo a dedicarle una final y suspicaz mirada antes de abrirla.
Lista para la batalla que sabía que estaba a punto de comenzar, Sadie respiró hondo y empezó a hablar en cuanto entró en el despacho.
-Raoul, no quiero que...
Pero se interrumpió a media frase, totalmente desconcertada por lo que vio.


10 FIRMAS Y OTRO

Prologo “Todo por un perfume”

Hola chicas,no firmaron mucho en el final L pero como ya dije soy demasiado buena asique acà està el prologo de Todo por un perfume.Espero les guste esa nove y que firmen!


 

+5 FIRMAS Y EL PRIMER CAPITULO


 

DISCULPEN. Lali Esposito hizo una mueca cuando do su ruego fue ignorado y tuvo que esforzarse para pasar junto a un pequeño grupo de hombres que escuchaban atentamente a otro que se dirigía a ellos. Y que hombre, reconoció con un pequeño e irritado exabrupto de hostilidad femenina. Si la virilidad era una esencia, aquel hombre la poseía a raudales.

Sobrepasaba unos diez centímetros al hombre mayor que permanecía a su lado, y su voz poseía un timbre grave y suave que hizo que Lali se estremeciera como si acabaran de acariciarla con un guante de terciopelo. Atrapada donde estaba por una repentina marejada de gente que iba de un puesto a otro de la feria, se tambaleó peligrosamente sobre sus altos tacones, idea de su primo Raoul, al igual que el exceso de maquillaje, y se vio inexorablemente empujada hacia el arrogante desconocido. Estaba tan cerca que podría haberlo tocado con la mano, aunque no tenía ningún deseo ni interés en hacerlo... ¿o sí? ¿No estaba pensando secretamente en...?

El hombre había alzado una mano para mirar su reloj y Lali se fijó en sus dedos morenos y largos, de uñas perfectamente cortadas, muy masculinos. Era la mano de un hombre capaz de ocuparse de tareas manuales, mientras que el traje que llevaba hacía ver que era igualmente capaz de extender un cheque con el que pagar para que otro se ocupara de ellas.

Seguro que se le daba muy bien extender,, cheques, decidió Lali. Poseía aquella clase de arrogancia. La arrogancia de un hombre rico. Se notaba en la altiva mirada que le estaba dedicando, una lenta e inquietante inspección visual mezcla de evaluación y sensualidad.

Otro empujón estuvo a punto de lanzarla directamente contra él, y Lali supo que si se hubieran tocado se habría quedado sin aliento.

¿Qué le pasaba? ¿Por qué se sentía tan alarmada, tan afectada por el hecho de saber que bajo aquel inmaculado traje había un fuerte cuerpo masculino cargado de vigor?

Apartó de inmediato de su mente aquellos absurdos pensamientos. Irritada consigo misma y con su reacción, aprovechó un hueco entre la gente para huir.

Avanzó por el pasillo con el rostro acalorado en busca de su primo Raoul.

-Ven aquí, Lali, y deja que esos tipos aspiren nuestro aroma.

Lali miró a su primo y codirector con expresión imperturbable.

Aún estaba furiosa con él por la jugarreta que le había hecho aquella mañana al persuadirla para que se pusiera el actual perfume de la casa. Era un perfume creado en la época del padre de Raoul, cuando dirigió brevemente el pequeño negocio familiar. Y estaba especialmente enfadada consigo misma por haber cedido a su idea. Debería haber hecho caso de su instinto y haberse negado a seguir los planes de Raoul en cuanto había olido el atroz mejunje que en aquellos momentos ofendía su sentido del olfato. En lugar de ello había cedido diciéndose que estaba dispuesta a hacer lo necesario para resolver la ruptura que se había producido en su familia.

Había asumido que simplemente iba a acompañar a Raoul a la feria, pero éste tenía otras ideas. La ropa, el maquillaje y el peinado que le había convencido para que se hiciera no le gustaban nada y no tenían nada que ver con ella, pero se había mordido el labio y había cedido por el bien de la armonía familiar. ¡Pero cuánto se arrepentía de haberlo hecho!

Durante las pasadas e interminables horas se había visto sometida a una andanada de miradas lascivas, comentarios sugerentes e intimidades físicas que no venían a cuento por parte de los posibles compradores varones a los que Raoul insistía en invitar para que olieran el perfume que llevaba.

Odiaba aquel perfume. Representaba todo lo que Lali detestaba de los perfumes modernos sintéticos, totalmente carentes de carácter y sutileza, sin poder de permanencia, fríos y sin cuerpo cuando deberían ser cálidos e intensos. Además, aquel perfume poseía una especie de desparpajo... sexual, no encontraba otra palabra para describirlo, que le molestaba tanto que había acabado por desarrollar un fuerte dolor de cabeza.

-Ya he tenido suficiente. ¡Me vuelvo al hotel ahora mismo! -dijo a su primo mientras evadía las indeseables atenciones del rubicundo comprador que trataba de husmearle el cuello.

-¿Qué sucede? -preguntó Raoul, sonriente.

-¿Cómo que qué sucede?

Dieciocho meses antes, tras la muerte de su abuela materna, Lali había heredado un treinta por ciento de la pequeña y prestigiosa casa de perfumes Francine, que había pertenecido a la familia de su abuela durante varias generaciones, junto con la fórmula secreta del perfume más famoso de la casa.

Ser consciente de la ruptura que había existido entre su abuela y el hermano de ésta, el abuelo de Raoul y tío abuelo de Lali, que había hecho que su abuela se distanciara del negocio y no tomara parte en él, había afectado a la reacción de Lali ante su herencia. Pero Raoul, que era dueño del resto de las acciones del negocio, la había invitado a superar el enfrentamiento que se había desarrollado entre ambas ramas de la familia en la época de su abuela y a ocupar su puesto en la dirección y volcar sus habilidades como perfumista en el negocio.

Pero Lali no sabía lo alejados que estaban los planes de Raoul para el negocio de los suyos, mucho más idealistas e imaginativos.

Raoul, con su sagacidad para los negocios y su carencia de sentimentalismo, parecía decidido a utilizar todos los medios posibles para promocionar la casa de perfumes, por muy alejados que estuvieran sus planes de la historia y la tradición de la casa.

-¿Cómo que. qué sucede? -repitió Lali, furiosa-. ¿De verdad necesitas preguntármelo? ¿No te das cuenta de que este truco publicitario tuyo está desprestigiándome no sólo a mí, sino también a nuestros perfumes? ¿De verdad crees que lo que acabo de tener que soportar animará a las mujeres a comprarlos? ¿Que después de haber sido manoseada...?

-¿Por los compradores de perfumes más influyentes del mundo? -la interrumpió Raoul, que había dejado de sonreír.

-Me da lo mismo lo que digas. ¡Me voy al hotel!

Sin dar oportunidad a que su primo siguiera discutiendo, Lali giró sobre sus talones y se encaminó a la salida.

Al principio se había sentido muy animada ante la perspectiva de asistir a la feria, sobre todo cuando Raoul le dijo que iba a tener lugar en Cannes, que estaba cerca de Grasse, donde su tatarabuelo inició el negocio de los perfumes. Pero en aquellos momentos estaba deseando volver a su casa en Pembrokeshire, junto al mar, a ocuparse de su propio negocio, la elaboración de una serie de perfumes para clientes selectos y entendidos que acudían a ella a través del boca a boca.

El mundo de los grandes negocios no era para ella, pensó mientras caminaba demasiado concentrada en sus pensamientos como para prestar atención al pequeño grupo de hombres de negocios que había junto a la salida, hasta que uno de ellos se interpuso en su camino y le dedicó una insolente mirada antes de volverse hacia sus colegas.

-Venid a oler la última oferta de Raoul, amigos.

Lali se quedó paralizada y le lanzó una mirada de abierta hostilidad. La altura que había heredado de la familia de su padre le permitió no bajar la cabeza, pero un pequeño estremecimiento de vulnerabilidad femenina recorrió su cuerpo.

Los otros hombres comenzaron a rodearla como un grupo de chacales. Uno de ellos hizo un desagradable comentario sexual sobre ella y Lali lo miró con desprecio. Gracias a su abuela materna su francés era bastante fluido, pero no pensaba rebajarse a responder a lo que acababa de escuchar.

En lugar de ello, los rodeó mientras se prometía decirle a Raoul lo que pensaba de él y de sus tácticas de venta cuando volviera al hotel.

Acababa de superar al grupo de hombres cuando uno de ellos alargó una mano y la tomó del brazo.

Lali llevaba un vestido negro sin mangas y la sensación de la mano en sus brazo desnudo la hizo estremecerse. Dio un tirón para librarse y siguió caminando con la mirada fija en la salida.

Aquél debió de ser el motivo por el que no vio al otro hombre que apareció de pronto a su lado. Pero aunque no lo viera fue inmediatamente consciente de él, lo que le hizo volver la cabeza a pesar de que no quería. Lo reconoció de inmediato y no pudo evitar sentirse conmocionada. Su altura y la anchura de sus hombros la dejaron sin aliento, y también percibió la intensa masculinidad que emanaba de él y que ya había sentido hacía un rato.

Cuando se volvió de nuevo, decidida a seguir su camino, él la tocó con delicadeza en el hombro. De inmediato, Lali giró de nuevo sobre sí misma dispuesta a enfrentarse a él, y se quedó asombrada al ver cuánto tenía que alzar la vista para mirarlo a los ojos.

Aquel hombre debía de medir más de un metro noventa. Por su aspecto, parecía griego. Era moreno, de nariz aguileña, con una fuerte mandíbula y unos pómulos altos y marcados. Pero sus ojos no eran oscuros, como habría cabido esperar, sino de un tono verde suave, y se notaba que estaba en plena forma. Debía de tener poco más de treinta años.

Lali vio que la miraba y fruncía el ceño ligeramente antes de inclinarse hacia ella para olfatear el aire.

-El perfume que lleva es muy poco habitual. ¿Está también en venta? -preguntó en un tono que era pura sensualidad y con un acento típicamente australiano.

Lali ya había tenido suficiente. De hecho, ya había tenido más que suficiente.

-¿Cómo se atreve a preguntar si estoy en venta? -preguntó, furiosa-. ¿Qué les pasa a los hombres como usted?

-¿Los hombres como yo? -el hombre entrecerró los ojos-. Bueno, podríamos decir que en lo referente a mujeres como usted los hombres como yo tendemos a ser un poco quisquillosos. Me gusta que mis mujeres sean como mis perfumes. ¡Exclusivas!

Se interrumpió y se volvió cuando el hombre mayor que estaba a su lado le tocó el brazo, y murmuró a algo a la vez que miraba a Lali con expresión de desagrado.


 

+5 FIRMAS Y OTRO

domenica 29 luglio 2012

Capitulo FINAL

Hola chicas,llegamos al ultimo capitulo de Adoracion Salvaje…espero les haya gustado la nove y gracias a todas por firmar! La proxima nove va a ser "Todo por un perfume"

Si firmen mucho les voy a subir el prologo de la nueva nove!


 

Ya lo había dicho ¡Ahora la dejaría en paz! Se aparto de el volviéndole la espalda, y esperó escuchar la puerta al cerrarse cuando el saliera. Peter tenía su propio código de honor ya que sabía la verdad, entenderla. De modo que ella esperó, tensa y peligrosamente cerca de perder su frágil control

Cuando el la toco respingó como si hubiera sido quemada por un carbón .ardiente, Peter la hizo volverse hacia él.

— Quiero que me expliques bien esto — pidió el médico con lentitud Respiraba con agitación como si controlara con dificultad una oleada interior de furia — ¿No quieres acostarte conmigo porque me amas?

Por primera vez en su vida Lali tuvo miedo de que Peter no reaccionara como ella había supuesto Parecía enfadado violenta y peligrosamente enfadado y la miraba con una expresión que le puso piel de gallina.

—¿Es eso lo que dices?

— Sí.

La soltó de forma tan inesperada que ella se fue de espaldas sobre la cama sin dejar de mirarlo con expresión azorada El tenia la mirada fija en el techo y respiraba con dificultad.

—No puedo creerlo —su voz era monótona y dura.

— ¿Por qué supones que hice el amor contigo? — preguntó Lali con voz — Todos estos años luché contra mí, contra el impulso de regresar. . . Me decía que lo que habías sentido era sólo un enamoramiento de adolescente. Me mantuve en contacto con tus padres, traté de sacarles toda la información que fuera posible Pensé que eras feliz en Londres la mujer profesional que daba prioridad a su trabajo y ponía en segundo plano al amor Trate por todos los medios de olvidarte y convencerme de que no estaba loco por haberme enamorado de una niña de diecisiete años ¿Tienes idea de lo que sufrí? Me sentía como una especie de de pervertido ¿Que pudo hacerte pensar que lo que deseaba era tener un amorío pasajero contigo?

Ella estaba demasiado estupefacta para hablar.

— Yo. . . Tú sólo. . . Tú sólo dijiste que. . que me deseabas. . . y yo creí que era sólo sexo. . Me dijiste, cuando mencioné a Belen, que no te interesaba el matrimonio Y

—¡Y por supuesto que con ella no me interesaba, en absoluto! Sólo ha habido una mujer en mi vida con la que he querido casar me. . . y ésa eres tú.

Extendió los brazos hacia ella y la estrechó contra su pecho. Su voz brotó ahogada contra el cabello de la joven.

— Lali. . . mi amor. . . Al pensar en lo cerca que estuvimos de perdernos. . . Esta noche, cuando dijiste que no querías hacer el amor conmigo. . . — calló de repente y la abrazó con una angustia incontenible.

—No podía hacer el amor contigo; tenía miedo de lo que podría revelar si eso sucedía ¿De verdad me has amado durante todos estos años? —la voz le temblaba por la emoción.

La sonrisa de Peter fue maliciosa.

—¿Quieres que te demuestre cuánto? —rió con suavidad al observar la expresión de la joven—. Cuando tenías diecisiete, yo contaba con veinticinco años; era lo bastante maduro para saber lo que quería de la vida, lo bastante mayor para que me aterrorizaran mis sentimientos por ti. Una de las razones por las que fui a los Estados Unidos, fue porque no podía confiar en mí, no me creía capaz de controlarme para no iniciar una relación para la que tú no estabas preparada. Habría sido demasiado fácil valerme de tus sentimientos de adolescente para persuadirte de que te casaras conmigo; pero sabía que no estaba bien, que n era correcto.

Le acarició el labio inferior con el pulgar y ella lo atrapó entre los dientes mordisqueando con suavidad sus ojos se dilataron cuando percibió el profundo suspiro que lo sacudió

— Lo primero que voy a hacer, cuando esta nieve nos permita salir es conseguir una licencia matrimonial — anuncio Peter con voz profunda

Lali rió entonces era un sonido alegre claro dichoso ¡Ahora estaba segura del amor de Peter!

— ¿Y mientras tanto? —preguntó, incitante.

—Cuando te pregunté esta tarde si estabas embarazada, deseaba que lo estuvieras. Entonces habría tenido que casarme contigo, o al menos eso me dije; aunque temo que un instinto masculino muy primitivo todavía me hace pensar que quizá ésa sea una buena forma de asegurarme de que no cambies de parecer.

Un hijo de Peter. La emoción estremeció a la joven y las lágrimas asomaron a sus ojos. Alargó los brazos, invitándolo a amarla.

— Quédate conmigo esta noche —suplicó al oído del médico—. Ya hemos pasado demasiadas noches separados.

—¿Estas segura de que es lo que deseas? —ella pudo ver la tensión que brillaba en sus ojos mientras esperaba la respuesta.

— Lo estoy, mi amor. Nunca estuve más segura de algo en toda mi vida.


 

FIN...

22 capitulo parte 1

Hola chicas perdon pero salì,acà està EL PENULTIMO..sobre la nueva nove hay un empate,asique sigan eligiendo o todo por un perfume o en busca de un marido...si sigue asì voy a subir antes en busca de un marido,porque ya la tengo mas o menos adaptada toda...estan deacuerdo?

FIRMEN MUCHO Y FINAL


 

Mientras el encendía la calefacción ella podría ponerse algo de ropa Aunque nada había dicho a Peter incluso su sostén estaba empapado después de su caída en la nieve y ansiaba quitárselo

Esperó hasta oír las pisadas de Peter en la escalera para quitarse la toalla y despojarse del húmedo sostén tembló un poco por el intenso frío.    

Solo había llevado consigo una muda de ropa interior de modo que, después de un momento de vacilación, se puso un suéter grueso, con la esperanza de que su volumen ocultara el hecho de que no llevaba sostén.

Puso el que acababa de quitarse con el resto de la ropa mojada antes de ponerse una falda plisada, de lana. Peter se quedó unos momentos mirándola desde el umbral cuando regresó al estudio.

—Empieza a nevar otra vez —informó.

Casi en el momento en que pronunciaba esas palabras, las luces oscilaron y luego se apagaron. Afuera ululó el viento.

— ¡Lo que nos faltaba! — estallo el médico

¿Tienes linternas de pilas? —indagó Lali con ironía.

— Es probable que haya alguna en el sótano, pero no quiero arriesgarme a allí y romperme la cabeza Tendremos que conformarnos con velas

Velas y luz de chimenea; era muy íntimo, muy romántico, pensó Lali. ¡Lo que a ella le faltaba! -

— Cuéntame sobre los Estados Unidos

Peter estaba sentado frente a ella y, por un momento, mientras la miraba, la joven creyó que él había adivinado cómo la afectaba su cercanía.

—No hay mucho que contar —empezó a decir el médico; no obstante, algunas de las historias y anécdotas que le contó resultaron divertidas y, mientras escuchaba la joven rió y él también olvidando que la risa compartida era tan peligrosa como el silencio compartido. . . quizá más.

Cenaron estofado de carne y verduras que Peter había preparado y servido, negándose a que Lali lo ayudara y luego, mientras envolvía con las manos una taza de humeante chocolate Lali sintió que la embargaba un delicioso sopor Dejo la taza sobre una mesita y se reclinó contra el respaldo de su sillón. Sólo cerraría los ojos un momento.

Media hora después seguía dormida Peter se inclino para mirarla y la tomo en brazos Ella se desperezo un poco y se acurruco contra el con un suspiro de satisfacción Los brazos masculinos la ciñeron más estrechamente y Peter frunció el ceño.

Arriba, en el cuarto que él le había preparado, la luz de la chimenea danzaba en los muros, iluminando los diseños florales del papel tapiz.

Él la depositó sobre la cama y luego añadió más leños al fuego, antes de regresar al lado de la joven. No podía dejarla dormir con la ropa puesta.

Lali despertó y lo miró con los ojos nublados por el sueño mientras el empezaba a quitarle el suéter La joven tiro de la prenda y se la apretó contra el cuerpo, en ademán de protesta.

—Lali no puedes dormir vestida Mira te traje tu ropa de dormir.

Aturdida por el sueño la joven trato de recordar por que era tan importante que Peter no la despojara del suéter pero fue un esfuerzo demasiado grande, de manera que dejó que se lo quitara y solo recordó la razón cuando sintió el aire frió sobre los pechos desnudos.

Ella vio su expresión al mirarla, y sintió su propia respuesta a esa expresión hambrienta en el vientre.

No se asombró cuando Peter se acercó para tomarla entre sus brazos parte de ella habia esperado que la tocara esa noche. . . lo habla esperado y deseado.

Sus labios se unieron con suavidad a los de él, y su piel se deleitó en la sensación del contacto de las manos que la recorrían ávidas

Podía percibir el palpitar del corazón de Peter y supo que el de ella latía con igual frenesí. Había deseo y ansiedad en la forma como él la besaba, y no pudo negar una respuesta a esa pasión.

—Lali déjame permanecer contigo esta noche —susurro el contra su piel, mientras besaba la delicada curva del cuello femenino—. Te deseo tanto.

Irónicamente, si Peter no hubiera hablado, ella habría ido al infierno mismo con el pero el sonido casi angustioso de su voz habia roto el delicado hechizo y Lali se aparto del médico do minada por la tensión y emoción.

—No puedo.

—¿Por qué? —la voz de su amante brotó densa y torturada— ¿Es a causa de él? —el rostro del doctor se contrajo y Lali se sobrecogió al reconocer los celos en el brillo siniestro de los ojos masculinos—. Es posible que lo ames, Lali, pero no puedes tenerlo. Además, es a mí a quien deseas. -

Le acarició un seno para subrayar su aseveración y la sensación obligó a la joven a lanzar un gemido de placer.

—Déjame permanecer contigo esta noche. . . —repitió Peter, suplicante.

—No —la negativa escapó de la garganta de la angustiada joven Eso era demasiado ya no podía mentir más — No entiendes Peter. No amo a Benja, nunca lo he querido. . . Es cierto que él me deseó durante algún tiempo, tal como desea a miles de mujeres; y no niego que es atractivo, pero nunca lo he amado.

Peter la contemplo con dureza mas ella le sostuvo la mirada hasta que él quedó convencido de que no mentía. El médico pareció ponerse más tenso y luego dijo con voz sofocada

—Si no lo amas, entonces por qué?. .

Ella no lo dejó terminar.

— ¿No puedes adivinarlo? No deseo tener sólo una relación sexual contigo. Peter. . . — lo vio respingar ante esas palabras. Parecía ofendido, lastimado—. No puedo acostarme más contigo; no deseo comprometerme en una aventura pasajera, porque eso me destrozaría. Te amo demasiado.

FIRMEN Y FINAL

sabato 28 luglio 2012

21 capitulo

En busca de un marido

Lali, Darcy y Polly tenían que encontrar un marido. La difunta Nancy Leeward había legado a cada una de sus tres ahijadas una parte de su fortuna, a condición de que se casaran en un año y permanecieran casadas por lo menos seis meses. Maxie, por culpa de la adicción al juego de su padre, tenía que hacer frente a una deuda que no podía asumir, así que la herencia de Nancy podría ser la solución a sus plegarias... El millonario griego Peter Lanzani llevaba deseando acostarse con ella casi tres años, por lo tanto podrían llegar a un acuerdo... aunque él pronto descubriría que tendría que ofrecerle algo más que dinero para conseguirla...

Todo por un perfume

Peter Lanzani nunca había conocido la derrota en la junta directiva... ¡ni en el dormitorio! La adquisición de una de las casas de perfumes más antiguas de Francia iba a suponer otro triunfo en su larga carrera de éxitos como empresario, y quería que la asombrosa diseñadora de perfumes Lali Esposito estuviera incluida en el trato. Mientras Peter se empeñaba en obtener lo que había pagado con su dinero, Lali quería dejarle bien claro que nunca podría poseerla a ella. Pero aquel hombre la afectaba más que la más embriagadora de las fragancias, y a pesar de saber que sólo podía salir perdiendo, no pudo evitar dejarse llevar por la pasión...

Aquella pasión era más exquisita que el perfume más embriagador...


 

FIRMEN POR SABER CUAL SERà LA PROXIMA NOVE

FALTAN DOS CAPITULOS


 

Cuando Peter la alcanzó ella lanzó un grito angustiado y se volvió con brusquedad para apartarlo de un empujón pero patino y cayó de espaldas en la nieve, arrastrando con ella a Peter.

El peso del médico sobre ella le sacó el aire de los pulmones.

—¡Lali! . . Oh, Dios, ¿estás bien?

Ella habia comenzado a llorar y los sollozos la sacudían de manera incontrolable Pudo percibir la tibieza de las lagrimas sobre su rostro mientras Peter se incorporaba

El la levanto la tomo en brazos y la llevo al interior de la casa hasta su estudio.

La nieve cubría la ropa de la joven, y ella no pareció darse cuenta de ello cuando Peter la sentó frente al fuego y comenzó a despojarla de las botas.

—Lali, lo siento. . . Lo siento. . . No quise. . . —sus palabras eran tensas, casi suplicantes y la chica se estremeció, protestando entre sollozos cuando él le quitó las medias y comenzó a frotarle los pies helados.

—Lali, escúchame. . . fue mi mal humor. Nunca quise.

Ella lo oyó maldecir entre dientes y el sonido penetró en su mente aturdida. Lo miró con ojos inexpresivos.

—Vamos Hay que quitarte esta ropa húmeda —él le hablaba con suavidad, como si lo hiciera con una niña, y como tal, ella permaneció sentada dócil mientras el la dejaba cubierta sólo con la ropa interior, y luego la envolvía en una toalla grande y tibia—. Quédate aquí Iré a preparar una bebida caliente —instruyo por fin.

Cuando el regreso Lali ya habia recobrado el control Peter le ofreció una de las tazas de humeante café que llevaba en las manos.

— Lo siento — dijo ella en un murmullo—. Fue una estupidez hacer eso.

—Todos hacemos tonterías a veces —Peter parecía tan exhausto y demacrado, que ella quiso acunarle la cabeza entre sus pechos y consolarlo.

—Fue maravilloso. . . esta tarde —susurró Lali casi con timidez, buscando un tema de conversación seguro—. Tan hermosa. . . esa nena era tan perfecta. .

Algo en la cualidad nostálgica en su voz debió conmover a Peter, pues preguntó con suavidad:

—¿Te gustaría tener hijos, Lali?

Solo los tuyos--La joven se sonrojo como si hubiera dado expresión a su pensamiento.

—Sí. . . me gustaría.

El rostro de Peter se ensombreció de repente Se puso de pie y la miró con intensidad.

—No es posible; me prometí no entremeterme, pero no puedo permitir que arruines tu vida sin hacer algo al respecto Piensa en todo lo que estás sacrificando al aferrarte a tu amor por Benjamin . El no te dará hijos; no te ama a ese grado. Sin duda debes dar te cuenta de eso. El ya tiene una mujer e hijos.

Lali lo miró, reconfortada por el café caliente y extrañada por la intensidad en la voz del médico.

—¿Has estado enamorado alguna vez, Peter?

El frunció el ceño y se apartó de la chica, de modo que su rostro quedó en la penumbra.

—Sí —su voz le pareció tensa a Lali.

—¿Y.. . y ella te amaba? —¿Por qué porfiaba en atormentarse?

—Alguna vez creí que me quería —las palabras parecieron arrancadas con dificultad de la garganta masculina—. Pero. me equivoqué

Alguna mujer en Estados Unidos quizá Tal vez esa era la razón por la que había regresado a su pueblo. Sin embargo, Lali ya no podía preguntar más no tema derecho y tampoco la fuerza para escuchar a Peter hablando de la mujer que habia querido a quien quizás amaba todavía

—Tengo algunos informes que llenar ¿te molestaría si trabajo un poco?

Lali negó con la cabeza y lo observó encaminarse hacia su escritorio, donde se sentó. A los pocos segundos, estaba absorto por completo en lo que hacía, dejándola en libertad de contemplarlo a sus anchas.

Peter trabajó durante cerca de una hora, pero Lali no se había aburrido; el crujir de los leños en el fuego, los leves sonidos procedentes del escritorio, donde él trabajaba, y el simple hecho de estar allí, en su compañía, la llenaban de un placer teñido de melancolía. Se quedó dormida mientras él seguía ocupado, y no se percató del hecho de que Peter dejó su pluma para acercarse a mirarla con expresión pensativa La toalla había resbalado des cubriendo la curva suave de un hombro. Cuando él se inclinó para volver a cubrirla, la joven despertó.

Se sobresaltó al verlo tan cerca.

—¿Ya terminaste de trabajar?

— Ya — una leve sonrisa curvó los labios del medico — Tienes hambre? ¿Quieres que prepare algo de comer?

Ella hizo una mueca de disgusto y repuso con voz somnolienta.

—Creo que he perdido el apetito, a últimas fechas —por un momento, Peter la miró con fijeza y luego dijo, con voz tensa:

— Por Dios; Lali, ¿no estarás?.

Cuando sus manos la tomaron por los hombros, ella enfrentó su mirada y adivinó lo que él pensaba.

—No. . . no estoy embarazada.

Era absurdo suponer que por un momento habia visto que la desilusión ensombrecía los ojos de Peter y Lali se dijo que empezar a imaginar cosas era muy mal síntoma.

— Cuando dije que eras provocativa no quise referirme a lo que te imaginaste sabes? — aclaró Peter de improviso

—¿Quieres decir que no tratabas de recordarme que en alguna ocasión cometí el abominable pecado de provocarte? No sé que no era tu intención No me explico por que salí corriendo de esa manera. . . supongo que he tenido demasiadas impresiones este día — se estremeció ante el recuerdo de su actitud

—¿Tienes frío? — las manos de Peter le frotaron los brazos a través de la toalla— Más vale que suba a encender el fuego en una de las habitaciones de otra forma te congelaras esta no

—¿Solo en una? ¿Y tu?

Por suerte, Peter no pareciò percatarse de la ambigüedad de su pregunta

— Yo no tengo mucho frío; no necesito calefacción. Parece que poseo mi propio termostato natural — hizo una breve pausa — Tu maletín está en el vestíbulo ¿Quieres que lo traiga?

Ella asintió con una inclinación de la cabeza

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20 capitulo

Subì el capitulo solo por debo,soy demasiado buena no me puedo hacer la mala! Jajaja

FALTAN TRES CAPITULOS

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Permanecieron en la granja hasta que regresó el esposo de Lorna. Había cesado la tormenta de nieve y el viento comenzaba a amainar. Jack Thomson les dio las gracias, con lágrimas en los ojos, y Lali se sintió avergonzada de que le agradeciera lo poco que hizo. Los niños ya habían visto a su madre y a su nueva hermana, y Lyn indicaba a sus hermanos, con tono solemne, que no debían tocar a los bebés con las manos sucias.

Había oscurecido cuando Peter y Lali salieron de la granja; la nieve comenzaba ya a congelarse. La joven se estremeció.

Les llevó casi una hora regresar a su casa y, al avistar finalmente la desviación que llevaba al sendero particular, Lali se puso tensa cuando buscó, en vano, una espiral de humo proveniente de la chimenea de la sala.

Al percibir su tensión, Peter la miró.

—¿Qué te pasa?

—Creo que se apagó el fuego de la chimenea de la sala.

Peter frunció el ceño.

—Si es así, la casa estará hecha una nevera.

— Pero tenemos calefacción central — le recordó ella cuando el médico detuvo el Land Royer frente a la puerta. La chica trató de bajar del vehículo mientras hablaba, pero Peter se le anticipó y antes que ella pudiera descender, él estaba del otro lado, ofreciéndole la mano para ayudarla a descender.

Lali lo siguió al interior de la casa, con el corazón agitado. Vio que Peter revisaba el aparato de calefacción central, bus cando sin duda el piloto.

— Más vale que vengas conmigo a mi casa — informó al incorporarse—. Si te dejo aquí, te congelarás.

—¿No se molestará Belen? —se oyó preguntar Lali, con voz áspera.

Los ojos de Peter se endurecieron.

—¿Por qué tendría que molestarse? —inquirió él con frialdad -- Eres la hija de unos viejos amigos, y no puedo permitir que pases la noche en una casa helada cuando la temperatura sigue descendiendo aún más y estando mi casa apenas a unos cientos de metros de aquí.

—Quizá tampoco tu calefacción central está funcionando —sugirió Lali, con irritación. ¿Qué había esperado? ¿Que él negara que Belen tenía derecho a cuestionar sus decisiones?

—Es muy factible —aceptó él con voz serena; demasiado pausada para gusto de Lali—. Sin embargo, al contrario que tú, tuve la sensatez de asegurarme de que todos los fuegos estuvieron encendidos antes de salir.

—Yo también lo habría hecho —respondió Lali de inmediato a su provocación —. Los hubiera encendido si no me hubieses sacado de mi casa como lo hiciste.

De repente, el rostro de Peter se relajó en una amplia sonrisa; un gesto que recordó a la joven otras épocas más dichosas. Ella lo miró con enfado cuando él dijo, en son de broma:

—Siempre fuiste una terrible fierecilla, Lali. Quizá eso tenga. alguna relación con el color rojizo de tu pelo —le quitó la capucha del rompevientos y le acarició un rizo rebelde.

El calor ascendió por el cuerpo de la joven mientras se apartaba de él, nerviosa.

—Tienes diez minutos para recoger todo lo que puedas necesitar. ¿A qué hora esperas que regresen tus padres? —demandó luego Peter.

—No tengo idea. Iban a regresar esta noche, pero papá llamó para avisarme que, debido a la tormenta de nieve, tendrían que quedarse a pasar la noche en Alnwick.

—Mm. . . Bien, si me das el número de sus amigos, llamaré para decirles dónde estarás mientras recoges tus cosas.

Este era el hermano mayor que ella recordaba de sus días infantiles. Estaba dispuesta a protestar que podía cuidarse sola, pero mientras buscaba el número telefónico de los amigos de sus padres, comenzó a temblar debido al aire gélido.

Peter estaba colgando el receptor cuando ella descendió por la escalera, luego de haberse cambiado de ropa y guardado otra en un maletín.

—Tus padres estaban preocupados por ti. Trataron de llamar 'esta tarde, para ver si te encontrabas bien. Les expliqué la situación y tu madre dijo que no te preocuparas y que regresarían mañana, antes de la hora del almuerzo.

De modo que no tenia que preocuparse se dijo Lali con ironía mientras permitía que Peter tomara de sus manos la valija y luego esperaba, con impaciencia, a que ella cerrara con llave la puerta trasera ¿Como se suponía que debía sentirse si se veía obligada a pasar la noche en la casa del hombre al que amaba y el cual no abrigaba por ella un sentimiento similar?

— La que podría preocuparse seria Belen si supiera que he pasado la noche en tu casa —observó la joven con ironía.

Peter le lanzo una mirada de exasperación

— ¿Por que diablos debe importarle a Belen que pases o no la noche en mi casa? Después de todo, somos adultos conscientes, aunque tú no te comportes como tal.

Lali se removió con inquietud en su asiento.

—No es mi culpa que todos en el pueblo piensen que tú y Belen son una pareja establecida — murmuró.

— Deja de decir tonterías, Lali. Tal vez te consuele suponer que sublimé mi deseo de Belen al hacer el amor contigo, tal como tú exaltaste tu amor por Benjamin, pero no me harás comulgar con tus ridículas ideas sólo para calmar tu conciencia.

—Pero sales con ella — qué diablos se mostraba tan persis tente en el tema? Peter había dado vuelta hacia el sendero y Lali pudo ver su casa, adelante, a la luz de los faros del auto.

— ¿Sí? Parece que sabes más que yo sobre nuestra relación — dijo él con sequedad -—. Creí que sólo estábamos juntos debido a las circunstancias.

—Pero tú.

A punto de recordarle que habia ido a Londres con la otra mujer, Lali se dio cuenta, de repente, de que estaba incursionando en terreno peligroso y opto por un prudente silencio

—Deja de buscar excusas, Lali —agregó Peter con aspereza — Lo ocurrido entre nosotros ya sucedió y por mi parte no lo lamento.

Detuvo el Land Rover con brusquedad. Cuando Lali se enderezó en su asiento, pudo sentir que el corazón le latía con violencia contra el pecho.

— Estoy harto de soportar tus desaires. Siento no haber sido el hombre a quien querías entregar tu virginidad, lo lamento más de lo que imaginas — aseguró con voz fatigada y Lali se percató en ese momento, con una punzada de culpabilidad, que él había tenido una tarde muy pesada —. Si quieres que me disculpe por haber te hecho el amor, o que diga que me arrepiento, temo que voy a negarte ese gusto.

Por primera vez desde que- lo conocía, Peter le dio la espalda; descendió del vehículo y se encaminó hacia la puerta de su casa sin ayudarla a apearse del auto o volverse a comprobar que lo seguía.

Ya habia llegado hasta su puerta cuando ella se dio cuenta del frío que sentía y logró seguirlo, con paso torpe.

Peter encendió la luz del vestíbulo y su claro resplandor revelo la tensión que contraía el rostro del médico Parecía esperar a que ella dijese algo pero que podía agregar? ¿Que tampoco la mentaba haber hecho el amor con el? Que estaría feliz de volver a estar entre sus brazos? ¿Que se encontraba dispuesta a aceptar una aventura superficial, aunque la destrozara por dentro?

—Peter. . . ¿no podríamos declarar una tregua, aunque sea sólo por esta noche?

Ella miro por largo rato sus ojos brillaban de forma extraña detrás de la negra cortina de pestañas La contemplaba casi como si resintiera tener que hacerlo casi como Lali sintió que le daba un vuelco el corazón y se humedeció con la lengua los labios resecos nerviosa

—¡Dios no hagas esos! No están las cosas bastante mal ya para que te comportes de manera tan provocativa? — estallo el y masculló una imprecación ahogada mientras aproximaba su rostro al de ella Lali se aparto con presteza y corno hacia la he lada penumbra exterior mientras esas palabras resonaban en su mente fundiendo el pasado con el presente y una vez más fue la adolescente vulnerable que había acudido a él con la dádiva de su amor y deseo, para ser rechazada con crueldad.

—¡Lali! —lo oyó llamarla, pero el grito apenas penetró en el torbellino de sus pensamientos. La nieve era demasiado densa para que ella pudiera correr, pero avanzó con torpeza, sin saber adónde iba; lo único que importaba era huir.

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19 capitulo

Hola chicaaaaaas,nose cuantas personas estan ,pero subo porque hoy quiero terminar la nove…Manana empazaremos la nueva nove "Todo por un profume" cambiè el titulo jajaja

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A la mañana siguiente, temprano, los Esposito emprendieron el camino hacia Alnwick. Había pasado menos de una hora desde su partida cuando el cielo se ensombreció ominosa mente y el viento sopló con más fuerza. Observando los primero copos de nieve, Lali se estremeció y rezó para que sus padres llegaran a la casa de sus amigos sin contratiempos.

Media hora después sonó el teléfono y no se sorprendió cuando el señor Esposito le comunicó que habían decidido quedarse a pasar la noche en Ainwick, en la casa de sus amigos.

—Me parece muy sensato, papá. Está nevando tanto que apenas puedo ver el sendero desde la ventana.

—Sí, es lo mismo acá, aunque apenas acaba de empezar. Los pronósticos del meteorológico son malos, y lo menos que necesita tu madre ahora es quedar atrapada en una tormenta de nieve. Sin embargo, se preocupa por ti, hija. ¿Estarás bien?

— Oh, papá, ya soy una adulta. He vivido sola durante muchos años, ¿recuerdas?

Oyó la risa divertida de su progenitor.

—Claro, hija. Pero ya sabes cómo son las madres.

El día se alargaba interminable ante ella. Apenas era la hora del almuerzo, aunque afuera estaba oscuro y nevaba de manera tan intensa, que era imposible ver dónde terminaba la tierra y dónde comenzaba el cielo. El viento era- tan fuerte que, cuando fue a abrir la puerta trasera para recoger más leños para la chimenea, la fuerza del aire le arrebató la puerta de las manos y la estrelló contra la pared con un ruido ensordecedor.

La nieve se había acumulado ya ante la puerta y Lali tuvo que regresar para ponerse las botas, antes de salir a buscar los leños que necesitaba.

Se estaba sacudiendo la nieve de los pantalones cuando oyó el ruido del motor de un auto. Miró hacia el sendero de entrada y vio la silueta azul de un Land Rover a través de la ventisca. El vehículo se detuvo frente a la verja y, el conductor descendió.
Incluso enfundado en un grueso abrigo de lana, Lali reconoció a Peter. Llevaba la cabeza descubierta y su cabello era re vuelto por el viento.

¿Qué hacía allí?

—Lali, necesito tu ayuda —dijo, al encontrarse con ella en el umbral de la puerta frontal.

Ella lo miró con fijeza, sin responder.

— Escucha, no tengo mucho tiempo. Una de mis pacientes ha iniciado un trabajo de parto prematuro; vive en una de las granjas de la colina y no podré llevarla a tiempo al hospital. Por suerte, en el garaje de Setondale me prestaron este Land Rover que me ha servido para movilizarme.

—Pero.- . . yo no puedo ayudar — dijo Lali con voz incierta—. No tengo preparación médica.

—No te quiero para eso —repuso Peter con cierta impaciencia—. Deseo que ayudes cuidando a los hijos de la señora. Su esposo está en el monte, con sus ovejas. Le pediría a tu madre que los cuidara, pero.

—Mamá y papá no están en casa. Se quedarán en Alnwick, con unos amigos.

Fue un trayecto espeluznante hasta la granja, apenas a unos seis kilómetros de la casa de los Esposito, pero la cabaña estaba muy arriba en las colinas y, en consecuencia, más expuesta a las inclemencias del clima.

Tres veces el Land Rover se atascó en la nieve, y Peter tuvo que salir y usar palas y arena para que pudiera avanzar otra vez.

Lali apenas podía creer que lo lograrían cuando, por fin, Peter detuvo el vehículo frente a la granja.

Dos pequeñas cabezas asomaron por la puerta trasera a la vez que la joven se apeó del Land Rover. Los niños eran gemelos, sin duda, decidió la chica y siguió a Peter al interior de la casa. La cocina estaba calentada por el fuego de una enorme estufa, y la aflicción en el rostro de la mujer, sentada frente a ella, contaba toda la historia.

—Lamento el retraso —se disculpó Peter—. ¿Cómo se encuentra?

Lali casi pudo sentir en su cuerpo el espasmo de dolor que contrajo el rostro de la mujer, cuando ésta se inclinó hacia adelante.

Pasaron varios segundos antes que pudieran- hablar.

—No creo que tarde mucho. No sabe cuánto me alegra que ha ya venido, doctor —miró -a Lali por primera vez cuando ésta se acerco La mujer le dirigió una débil sonrisa

—Traje a Lali para que cuide a los niños —explicó el médico, mientras consultaba su reloj de pulsera; medía la frecuencia de las contracciones sin duda pensó Lali con nerviosismo Nunca había tenido mucho trato con niños y jamás había estado presente durante el nacimiento de uno

— Tengo todo listo arriba doctor — informo la mujer embarazada

—Muy bien, señora Thomson, estaré con usted en un minuto.

¿Podrás arreglártelas aquí abajo? —preguntó el médico a Lali y sonrió de manera tranquilizadora a los tres chiquillos que lo miraban con diferentes grados de azoro y temor

— Mami va a tener nuestro bebé — dijo a media voz la mayor de ellos. -

—Si, eso creo. ¿No debo hervir agua o algo? —preguntó Lali.

Peter rió.

— No.

Hacía mucho, mucho tiempo que Lali no lo había escucha do reír con naturalidad y pudo sentir que su corazón se aligeraba en respuesta, al recordar aquellos días más inocentes en los que se había conformado sólo con su amistad.

Mantener a los chicos ocupados no fue una tarea demasiado difícil. Estaban bien educados y el hecho de que la joven fuera una desconocida los inhibió un poco pero cuando Lali vio el tablero de Serpientes y escaleras y sugirió que jugaran a eso los chicos comenzaron a relajarse.

De vez en cuando, Lali alzaba la mirada hacia el piso superior rezando en silencio porque todo resultara bien para la señora Thomson y su bebé.

Cuando la mujer gritó, los gemelos alzaron la mirada con temor y uno de los pequeños se acurrucó, asustado, en el regazo de Lali. Ella le acarició la cabeza con ternura.

—Mami grita.

La joven lo miró, sin saber qué hacer o decir, pero Lyn, la mayor, salió a su rescate, diciendo con la sensatez de una adulta en miniatura:

— No te preocupes Christopher. . . es como cuando Betsy tuvo sus cachorros.

Era una forma de ver la situación, se dijo Lal con ironía y, por supuesto, los niños de una granja debían estar habituados a los alumbramientos.

El tiempo pareció alargarse mientras Lali esperaba, en temeroso silencio. ¿Cuánto tiempo tardaba en nacer un niño? Se puso de pie y se acerco a la estufa buscando más combustible

Cuando regresó, los gemelos le pidieron algo de beber y con la ayuda de Lyn, les sirvió un poco de jugo de naranja. Apenas los habia congregado para reanudar el juego de Serpientes y escale ras", cuando otro grito desgarrador de la madre rompió el silencio.

Lali contuvo el aliento, abrazando a los gemelos, mientras Lyn, más estoica, se conformó con pararse muy cerca de la joven.

Desde el descanso de la escalera, escuchó que Peter la llamaba y Lali, aturdida, se levantó y se apresuró a atravesar el cuarto.

—¿Puedes venir un momento, Lali?

El médico parecía calmado, aunque apremiante.

Luego de tranquilizar a los pequeños, la joven subió de prisa por la escalera.

Lorna Thomson estaba acostada, con el rostro contraído y el os curo cabello adherido a su frente y sienes por el sudor Lali experimentó una profunda compasión al escuchar sus gemidos

—¿ Que sucede? —pregunto al medico con ansiedad— Peter, yo.

—Está bien. Todo lo que quiero es que permanezcas a la cabe cera de Lorna para que te sujete una mano ¿Puedes hacerlo?

La mujer se retorcía y gritaba y Lali olvidó su temor

—Moja un lienzo en agua fría, para que le limpies la cara — instruyó el médico

Cuando se sentó en el borde del lecho siguiendo las instrucciones de Peter, y sintió que las uñas de Lorna se hundían en su carne, incluso Lali, en su ignorancia, supo que el alumbra miento era inminente.

Una oleada de amor y respeto la invadió al escuchar que Peter exhortaba y tranquilizaba a la parturienta. Lo miró, observan do la total concentración de su rostro antes de volverse a limpiar el rostro húmedo de la mujer con el paño

—Sólo un esfuerzo más, Lorna. Puedes hacerlo. Otro.

Un temor reverente invadió a Lali cuando, como hipnotizada, contempló el momento maravilloso del nacimiento de un ser humano. El hecho de que el bebé estuviera amoratado y cubierto de coágulos y moco, no reducía en absoluto su pasmo y admiración ante lo que acababa de presenciar y si alguien le hubiera preguntado como era la criatura habría respondido sin titubear "Bellísima".

En su aturdimiento y asombro oyó que Peter decía con tono cansado aunque satisfecho.

— Felicitaciones, Lorna; tienes otra hija.

Desde su lugar en la cama, Lali observó, con fascinación, cómo el médico colocaba a la diminuta nena sobre el vientre de su madre. Había lágrimas en los ojos de Lorna Thomson cuando alargó una mano para tocar la cabeza húmeda de su hija.

—Lali, ¿por qué no bajas y nos preparas una taza de té? —sugirió Peter con voz apacible. Por un momento, ella permaneció inmóvil, contemplándolo' y luego, como saliendo de un sueño, salió del cuarto y fue a la cocina.

Abajo, los niños la miraron con ojos dilatados e interrogantes, y Lyn preguntó al fin

-—¿Ya llegó nuestro nuevo bebé?

—Ya es una niña —informó Lali— Su madre necesita dormir ahora pero en cuanto haya descansado podrán subir a verla

—Estás llorando —acusó uno de los gemelos y cuando ella se llevó una mano a los ojos humedecidos Lali se percató de que en efecto, lloraba. Se sentía privilegiada y llena de alborozo por haber podido presenciar la magia de un nacimiento. Era algo que recordaría toda su vida.

De manera involuntaria, se llevó una mano al vientre y volvió a experimentar la oleada de desolación que la había embargado cuando supo que no iba a tener al hijo de Peter.


 

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18 capitulo

Acà està el ultimo capitulo de hoy! Manana terminamos la nove y despues empezamos la nove nueva que eligera..voten en la encuesta!

La despedida terminò,ahora quedan solo los recuerdos...Chau,adios...

FIRMEN MUCHO Y MANANA MAS


 

Despertó cuando él se incorporó para ponerle unas almohadas detrás de la cabeza, y cubrirla con su camisa.

Lali pudo aspirar su aroma y quiso abrazarlo, pero él se apartó y permaneció de pie frente a ella para ponerse los pantalones, con ceño severo.

—Lali, por todos los santos. . . ¿Por qué no me dijiste que eras virgen? —ella notó la censura en su voz y la resintió—. ¡Por Dios, cómo pudiste ser tan torpe! ¡Si deseabas tanto a un hombre!.

Fue como si hubiera clavado un puñal en el corazón de la joven, quien lo miró con desconsuelo.

—Fuiste tú quien me sedujo —le recordó ella con voz entrecortada. Se sentía en desventaja acostada allí, cubierta sólo por una camisa—. Por favor, dame la ropa.

Peter se la entregó; casi le lanzó el vestido. El frente estaba desgarrado hasta la cintura. ¿Cómo iba a explicar eso a los de la agencia teatral?

— Lamento lo de tu vestido.

Parecía más indiferente que arrepentido y Lali sintió que la ira la invadía.

—Yo lo lamento más. Estabas equivocado, ¿sabes? No fue un regalo de Benja. ¡Lo alquilé!

— Entonces, por supuesto, pagaré los daños.

Lali no podía creer que minutos antes hubiesen compartido la más maravillosa experiencia que podía experimentar dos se res humanos. Era como salir de un sueño encantador para entrar en una pesadilla.

—No debí hacerte el amor —dijo Peter con voz seca—. No tenía derecho. Si hubiera sabido que eras virgen.

Consternada, humillada y ofendida por sus palabras, Lali replicó, en un impulso de rabia:

— Eso es cuestión de dos, Peter. Yo no debí permitir que me hicieras el amor; puedes atribuirlo a mi frustración por haber perdido a Benja.

—¿Qué? ¿Perderlo?

—Sí; él y Mery se irán a vivir a los Estados Unidos.

—¿Quieres decir que le ofreciste tu virginidad como cebo y ahora que la ha rechazado, decidiste que podías usarme para satisfacer tu deseo físico, como podrías haberte valido de cualquier otro?

—Nos usamos uno al otro, ¿o no? —retrucó ella con una rígida sonrisa—. Supongo que yo no fui más que un sustituto de Belen.

—Belen busca el matrimonio. . . un segundo esposo. No puedo darle eso.

Peter parecía distraído, como si no le diera mucha importancia al asunto, pero Lali no se dejó engañar. Con el corazón constreñido, apartó la mirada de él.

—Creo que debo irme.

Peter pareció reacio a moverse.

—Tú. . . Yo. . . —frunció el ceño y la miró—. Si te lastimé de alguna forma.

Lali sabía a qué se refería y sintió que le ardía el rostro. Después de todo, él era médico, pero de cualquier manera, se sintió ofendida por su tono frío y profesional después de haberla llevado a las cimas del éxtasis amoroso.

—Me encuentro bien —declaró con voz helada—. Ahora, quiero irme a casa.

— Te llevaré.

Había pasado con él poco más de una hora. La luz del porche estaba encendida, pero del cuarto de sus padres no provenía ruido alguno cuando ella entró, con sigilo, en la casa. Era mejor así; habría sido difícil encontrar una buena explicación para el vestido desgarrado. Cuando se lo hubo quitado, lo guardó con cuidado en la caja'

Ahora le dolía un poco el cuerpo, pero era una sensación voluptuosa, placentera, que le recordaba el placer que había experimentado y que tenía la tentación de revivir alguna vez.

Pero sabía que nunca se repetiría;Peter la había usado, nada mas. Aunque no podía culparlo; después de todo, ella no hizo el intento de detenerlo. En realidad, podría decirse que lo había incitado de forma activa.

La vida siguió su curso, pero para Lali se convirtió en algo que debía ser tolerado más que disfrutado.

Su madre ya pasaba varias horas al día fuera de la cama y Lali encontraba mayores dificultades en evitar el encuentro con Peter, cuando éste hacía sus visitas profesionales.

Todavía persistía en su memoria el recuerdo de su vergonzoso encuentro, al día siguiente de la noche de San Valentín. Ella esperó que él se mostrara igual de ansioso por esquivarla y Lali le dijo sin darle tiempo de que hablara, que no quería volver a verlo. No podría soportar que Peter llegara a darse cuenta de sus sentimientos y la compadeciera por ello.

Por suerte, la agencia que alquilaba los trajes pudo reparar el vestido y decidió que, si era sensata, apartaría de su mente los sucesos de aquella terrible noche.

El único problema era que, sin importar cuán firme fuera con sigo durante el día, por la noche, al dormir perdía por completo el control y soñaba una y otra vez con Peter, y con frecuencia despertaba bañada en lágrimas. Una mañana, la señora Esposito había comentado sobre la palidez y pérdida de peso de su hija, diciendo que parecía que fue ella la que estuvo enferma.

Pronto su madre podría prescindir de su ayuda. Originalmente,Lali pensó en quedarse en Setondale y conseguir un empleo en Newcastle o en Alnwick, pero eso fue antes de saber que Peter había regresado a su pueblo natal.

Se daba cuenta de que sus padres estaban inquietos y preocupa dos por su repentino cambio, pero aunque una o dos veces Sarah intentó conducir la conversación hacia el tema de Peter, Lali se las ingenió para distraerla. Lo que sentía por él era demasiado doloroso para comentarlo con alguien.

Quizá si Mery no estuviera en Los Ángeles, habría hablado con ella. Apenas esa mañana, la joven recibió una carta de su amiga en la que le comunicaba la fecha esperada del nacimiento del bebé y también le decía que Benja aún no había podido encontrar una secretaria que la reemplazara. Era demasiado tarde ahora para re conocer que quizá cometió un error en no haber ido con ellos. Sin embargo tomo esa decisión con la mejor de las intenciones

El fin de mes trajo nuevas nevadas y la certeza de que la noche de amor con Peter no tendría consecuencias Aunque por lógica debió sentirse aliviada por esto en el fondo percibió una sensación de fracaso y frustración, como si el hecho de no haber concebido al hijo del hombre que amaba la hiciera, de alguna forma, menos mujer.

Razonaba que lo último que podía desear era un hijo ilegítimo, pero de cualquier manera, cada vez que pensaba en ello experimeritaba una sensación de vacío interior.

— Peter preguntó ayer por ti — comentó su madre, observándola mientras permanecía inmóvil ante la ventana de la sala, contemplando con expresión distante el paisaje nevado—. Lali, hija, ¿no quieres decirme qué pasa contigo? ¿Puedo ayudarte? —preguntó la señora Esposito, afligida, cuando la joven no respondió a su primer comentario—. No debes seguir así. Has perdido peso. . . te has vuelto reservada y melancólica. Peter tampoco se encuentra muy bien que digamos. Si han reñido, quizá podrían hablar y. .

—No se trata de una simple riña, mamá —repuso la joven con tono sombrío sin volverse La simple mención del nombre de Peter, era suficiente para llevar a sus ojos las ridículas lágrimas que vertía casi cada noche, cuando estaba a solas en su cuarto.

—Tu padre me dijo que Belen regresó a Londres.

La sensación que la embargó, ana mezcla de esperanza y desazón, le advirtió lo vulnerable que era. Se dijo que la partida de Belen nada significaba y que, en todo caso, aun si la relación del médico con esa chica había terminado, de cualquier manera no había esperanza alguna de que Peter experimentara por ella lo que Lali sentía por él.

Por los comentarios de su amante respecto al deseo de Belen de un segundo matrimonio, pudo percatarse del poco interés que el médico tenía en establecer un compromiso permanente, y Lali lo amaba demasiado para convertirse en su compañera en una aventura sexual superficial.

—Hablando de Belen, escuché otro chisme sensacional sobre esa familia. Ni te lo imaginas. . . ¡El alcalde y Lady Anthony van a casarse! Parece que él ha estado enamorado de la dama durante muchos años, pero que el padre de ella les había negado el permiso de casarse; la esposa del vicario me lo contó. La ceremonia tendrá lugar en la capilla privada de la casa señorial y después, habrá una pequeña celebración. Me parece una de las cosas más románticas que. he oído en mucho tiempo, ¿no crees?

Era romántico, y Lali se alegró por la pareja, pero por alguna razón, saber de la dicha de otros sólo acrecentaba su propia desolación.

— Espero que no vaya a nevar pronto — oyó suspirar a Sarah —. Tu padre y yo tenemos una cita para visitar a los Hopkins mañana. No los hemos visto desde antes de Navidad.

Helen y Bill Hopkins eran amigos de los Esposito de mucho tiempo atrás y vivían en Alnwick. Habían pasado la Navidad y el Año Nuevo con la hija de ellos, en Leeds, pero regresaron recientemente y parecía que Peter había decidido que la señora Esposito ya se encontraba en condiciones de hacer el viaje.

—Estoy segura de que Helen estaría encantada de que nos acompañaras.

Lali movió la cabeza.

—No, gracias, mamá. No me siento muy sociable por el momento. En realidad, ahora que te estás recuperando, creo que debo empezar a buscar un empleo. Tendré que empezar a revisar los periódicos de Londres.

—Oh, pero. . . Lali, tu padre y yo habíamos deseado que. . . Oh, bien, es tu vida, hija.

FIRMEN MUCHO Y MANANA MAS

17 capitulo parte 2


Acà està el famoso capitulo…voten cual nove prefieren en la encuestaJ
FIRMEN MUCHO Y OTRO

 
Era demasiado tarde para protestar o implorar clemencia y el tiempo pareció detenerse cuando él inclinó, lentamente, la cabeza hacia ella. La joven sólo pudo escuchar el crujir de los leños y el sonido agitado de su propia respiración. Un gemido se ahogó en su garganta cuando sintió la salvaje presión de los labios masculinos sobre los de ella.
No había nada de sensual o excitante en el beso; Peter la castigaba, la humillaba, pero a pesar de todo, ella pudo experimentar la oleada de pasión que ascendió por su cuerpo desde sus entrañas.
Pudo sentir los dientes de Peter contra sus labios y, se estremeció a la vez que él se valió de ellos para entreabrirle la boca. Cuando la lengua masculina irrumpió, invasora y posesiva, dentro de su boca, Lali sintió que un fuego líquido le corría por las venas irregulares del corazón de Peter. Sin darse cuenta, sus brazos habían rodeado el cuello masculino. La lengua del médico le tocó los labios, y delineó sus contornos con la húmeda punta. Lali percibió el estremecimiento que sacudió al doctor y apenas pudo reconocer la voz que murmuró, con acento casi dolorido, contra sus labios:
—Oh, Dios,Lali... ¿Qué haces conmigo?
Su boca volvió a tomar la de ella, con suavidad esta vez, como si quisiera calmar con caricias el dolor anterior. Ella podría haberlo apartado con facilidad, pero no lo hizo, y se abandonó en cambio a la enervante oleada de placer que la arrastró fuera de la realidad, para sumirla en un ensueño sensual, extasiarte.
—Lali. . . —susurró Peter contra sus labios.
Ella tembló en respuesta al tono de profundo deseo con que él pronunció su nombre. Podía percibir el calor de las manos masculinas donde éstas se habían posado y, bajo el corpiño, sus senos ansiaban, palpitantes, recibir caricias.
La boca de Peter ya no era punitiva al moverse sobre la de ella; toda la ira y el desprecio fueron opacados por el deseo que parecía envolverlos. Sin que él lo dijera, ella, presentir el deseo de Peter en la forma en que sus manos le acariciaban la espalda y la estrechaban Ella se apretó contra él, entregándose por completo a las manos del destino, demasiado anhelante para oponerse más.
—Lali, no sabes lo que haces conmigo. Te he deseado durante tanto tiempo.
Las palabras susurradas provocaron que un estremecimiento recorriera la piel femenina y su cabeza cayó sobre el hombro de Peter cuando la boca del médico se deslizó, ardiente, por la suave columna de su cuello. El hombre lanzó un gemido ahogado y murmuró con voz densa:
— Déjame hacerte el amor, Lali, Déjame demostrar cuánto te deseo —sus manos buscaron los botones, en la espalda del vestido y su cuerpo se puso tenso cuando ella se apartó un poco.
Lali no pudo dejar de sonrojarse levemente cuando lo vio contemplarla. Había una extraña tensión en el rostro de Peter y contra su pecho, la joven podía percibir el latir acelerado sus ojos eran brasas encendidas de pasión.
—Déjame desvestirte —suplicó él con suavidad.
Lali se había detenido ante un hilo de luz proyectado por el fuego y, de repente, la expresión del médico se ensombreció. El temor, ante el recuerdo de su primer rechazo, inmovilizó a Lali.
— ¿Qué sucede, Peter? —preguntó con voz trémula.
—Es este maldito vestido.
Ella lo miró con azoro y consternación.
—¿Qué tiene de malo?
—El te lo compró —replicó el hombre con dolorida furia—. Eso es lo que tiene de malo — se acercó a ella, con el rostro descompuesto por la ira mientras ponía una mano en el escote y luego rasgaba el corpiño con un violento tirón.
Demasiado aturdida y horrorizada para desmentirlo, Lali sólo pudo ver, con ojos dilatados, la destrucción que él había causado.
—¡Peter!
—¡Quítatelo, por Dios! —bramó él—. No quiero verte vestida con eso. . . No soporto saber que. . . —lanzó un ronco gemido, arrancándole el vestido con violencia hasta que éste cayó en un des garrado montón a los pies de la joven.
Por lo que pareció una eternidad, Lali permaneció inmóvil, como paralizada. La luz de la chimenea delineaba con delicadeza el contorno de sus níveos pechos, pero ella apenas se percató de la expresión en los ojos de Peter mientras los contemplaba en su rotunda perfección, coronados con la palpitante provocación de los pezones erectos.
—Lali, eres tan bella. . . Más de lo que había imaginado —se acercó a la joven y la alzó en brazos, apartándola de los despojos del vestido—. Y pensar que te rechacé — cerró los ojos y ella lo vio tragar saliva —. ¿Todavía me odias por eso? — sus dedos parecieron temblar ligeramente mientras recorrían la suave columna del cuello femenino para luego posarse bajo su barbilla y hacerla levantar la mirada hacia él.
¿Odiarlo? Ella clavó la mirada en los ojos refulgentes de él y se pasó la lengua por los labios. Los ojos masculinos siguieron con avidez ese movimiento, y el calor invadió las entrañas de la joven cuando él la estrechó más y le permitió percibir la firme evidencia de su deseo. Peter deslizó las manos por las caderas de la joven, y frotó su cuerpo contra ella. Luego inclinó la cabeza y la besó con una pasión abrumadora.
El cuerpo femenino se rindió a la caricia, mientras sus pechos. quedaban aprisionados contra el duro torso masculino.
Peter la apartó por un momento, para despojarse de su chaqueta. En el fino algodón de la camisa, Lali pudo ver dibujada la firmeza de los músculos y, como por propio acuerdo, sus dedos comenzaron a desabotonar la prenda. Perdida en su arrobamiento, de repente se dio cuenta de la tensión de su compañero.
Un leve rubor le tiñó las mejillas al notar la forma en que él la miraba.
—Dios mío, no sabes cuánto esperaba esto —gruñó él, ronco. Sus manos la tocaron, deslizándose con lentitud sobre sus flancos hasta englobarle los pechos. Avasalladoras oleadas de placer la sacudieron y sus senos se tornaron más turgentes y anhelantes bajo las palmas masculinas. Se estremeció de exquisito placer cuando los pulgares se movieron, incitantes, sobre los erectos pezones.
—¿Te gusta?
La voz de Peter le resultaba desconocida, ronca, densa por la pasión, incitante y acariciadora.
—Cielo santo, casi me volví loco de deseos de hacer esto hace años. . . ¿Lo sabías?
Un estremecimiento y un gemido ahogado fueron la respuesta de ella, y no opuso resistencia cuando él la cargó y llevó hasta el sofá, donde la depositó con toda suavidad. Luego la tomó entre sus brazos.
La luz del fuego recortaba los planos del rostro masculino, y Lali alargó los dedos, casi con timidez, para acariciarle las facciones. Peter tomó esa mano entre las suyas y le besó la palma abierta.
—Lali, te necesito mucho. . . Tócame. . . Desnúdame.
¿Quien de los dos temblaba cuando él se llevó la mano de la joven hacia el pecho, y la ayudó a desabrocharle la camisa? Bajo la punta de sus dedos, Lali pudo sentir la piel de Peter, tibia y firme. Lo sintió temblar un poco cuando deslizó la mano bajo la tela de la camisa y le acarició con suavidad el velludo torso. Un gemido ronco escapó de la garganta masculina y la joven hizo lo que había deseado durante-mucho tiempo: puso la boca contra la firme columna del cuello del médico y la recorrió con la punta de la lengua.
La reacción de Peter sobrepasó las más locas fantasías de la joven; nunca se había atrevido a pensar que respondería con tan desatada pasión a sus caricias.
Terminó de desabotonarle la camisa, apartó la tela y, deslizándola por los musculosos brazos, se la quitó por completo.
Sintió que los dedos del médico se enredaban entre su cabello cuando, con deliberada lentitud, ella le acarició cada palmo de piel. La punta de sus dedos recorrió todo lo largo de la línea de vello que descendía hasta la firmeza del vientre y luego, su mano se posó allí, posesiva.
Lali quería tocarlo todo, sin la restricción de la ropa, pero la timidez la abrumó. No tenía experiencia en desvestir a un hombre y. como temía romper el delicado hechizo que los envolvía con su torpe inexperiencia, dejó, simplemente, que su mano permaneciera allí, inmóvil, mientras su boca recorría la piel que cubría los duros músculos del torso y su lengua humedeció, de manera tentativa, un oscuro y plano pezón viril.
Lo sintió moverse y frotarse contra ella mientras él deslizaba las manos por sus caderas y muslos, antes de volver a ascender para meterlas bajo el satén de sus bragas, acariciar la rotunda suavidad de su trasero y apretarla contra él.
La tensión que invadió el bajo vientre de la joven fue sobrecogedora y familiar. Lo había deseado antes de esa manera, pero nunca con tan inmediata intensidad. LA lógica y la razón estaban suspendidas, sólo imperaba el instinto.
— Tengo que sentirte contra mí. . . toda — susurró Peter, al tiempo que la soltaba y incorporaba.
Ella no pudo mirarlo, pero oyó el sonido metálico de la cremallera de sus pantalones y el susurro de la tela al caer al suelo.
Peter regresó a ella envuelto en sombras, tenso y viril, la viva encarnación de todas sus fantasías femeninas. La penumbra ocultaba todavía gran parte del cuerpo masculino mientras él se acuclillaba en el suelo, a los pies de la joven, y le tomaba con una mano el talón mientras la otra se ocupaba de los ligueros que le sujetaban las medias.
Lali pudo percibir la tensión del médico ante la innegable respuesta de su cuerpo al contacto de las manos masculinas. La despojó lentamente de las medias y sus dedos le dedicaron enloquecedoras caricias en la parte interior de los muslos, mientras la despojaba de sus prendas.
Por fin, ambos estuvieron desnudos y él permaneció acuclillado ante ella, contemplándola con ojos profundos y oscurecidos por la pasión Ella tembló con una mezcla de pudor y deseo. Peter alargó una mano y le acarició la curva del cuello, y luego la deslizó por el hombro.
— Perfecto —musitó—. Sencillamente perfecto.
Y luego, todavía acuclillado, la abrazó y besó como ella siempre había deseado; su boca fue tierna y posesiva, ávida y paciente.
—Te deseo tanto. ¡No sabes cuánto! —las manos viriles habían encontrado sus senos y los acariciaban con suavidad y lentitud; luego la boca del médico se posó sobre la piel de los pechos y se movió con infinita lentitud hasta que la joven estuvo a punto de gritar de deseo, y cuando ella sintió la tibieza de los labios masculinos sobre la turgencia palpitante de un pezón, hundió las uñas en la espalda de Peter y sordos gemidos brotaron de su garganta mientras se mordía el labio inferior para no gritar, sacudida por un súbito paroxismo de deseo.
Cuando la lengua del hombre tocó la punta del otro pezón, circundando con suaves movimientos la rosada piel, ella no pudo controlarse más y lanzó un grito de placer.
—Casi podría decirse que nadie te ha tocado así —observó él, con voz apenas audible—. ¿Te gusta esto,Lali? —su tono era profundo, ronco, como si estuviera drogado o ebrio, mientras le acariciaba el pezón, esta vez con más rudeza—. ¿Y esto, te gusta esto? —las palabras casi se perdieron cuando él presionó la boca abierta sobre la piel palpitante de la joven y comenzó a succionar un pecho con salvaje fiereza. Espasmos de placer la hicieron arquear el cuerpo y brotaron de su garganta una serie de suaves gemidos de deleite, mientras se apretaba, ávida y anhelante, contra la candente boca masculina, abandonándose sin reservas a la sensualidad de su propia naturaleza.
Una y otra vez, Peter acarició las erectas puntas rosadas hasta que ella se movió de manera convulsiva, abrumada por el placer.
—Debería llevarte al lecho —dijo él, ronco, cuando la levanté del sofá para ponerla a su lado sobre la alfombra, frente al fuego —. Pero no puedo esperar más.
Era ella la que se encontraba entre sombras ahora, mientras que el fuego revelaba la tensa impaciencia del cuerpo masculino. La joven se estremeció, sus ojos y manos fueron atraídos de forma irresistible hacia la perfección del cuerpo de su amado; ansiaba tocarlo, pero se sentía casi temerosa de hacerlo.
— Dios. . . Lali!. . . Sí. . . Sí! —gimió él contra los labios de la chica al notar que el deseo brillaba en los ojos de ésta y le tomó la mano para posarla contra su cuerpo.
Bajo los dedos, Lali pudo percibir el violento palpitar del deseo masculino y, sorprendida, lo miró a los ojos mientras su mano lo acariciaba con creciente osadía.
—No puedo más, Lali. . . Te necesito —Peter hablaba como si alguien le apretara la garganta.
El cuerpo de la joven acogió el peso del cuerpo masculino cuan do él se movió para colocarse entre sus muslos. La sangre se agolpó en las sienes de la joven. ¡Lo deseaba mucho! Movió las caderas, re torciéndose impaciente contra él y lo escuchó aspirar profundo. La mano del médico recorrió su cuerpo una vez más, aún en la cumbre del deseo, como si quisiera asegurarse de que estaba lista para la culminación de sus pasiones.
Nadie la había tocado de manera tan íntima, pero no sintió pudor alguno ni vaciló. Estaba anhelante e impaciente debido a delicada caricia de los dedos sobre el centro de su feminidad.
—Peter. . . —gimió a la vez que él se disponía a poseerla.
—Sí. . . sí —gruñó él hombre, en un murmullo torturado.
Lali sintió la portentosa fusión de sus cuerpos; el de ella era inexperto, pero estaba ansiosa de recibir al hombre amado; el de Peter era diestro, pero controlado, dominado por ese afán del buen amante que busca dar placer a la vez que lo recibe.
Lali se percató de todas estas cosas a pesar de la bruma de deseo que la envolvía y nublaba su mente, y también reconoció la instintiva tensión de unos músculos no acostumbrados a tan íntima presión.
De inmediato, notó la leve vacilación de Peter, pero la realidad había quedado oscurecida mucho tiempo antes y sus caderas oscilaron y se movieron, apremiantes; sus piernas lo rodearon, reteniéndolo contra ella, de modo que él se vio obligado a proseguir su avance hasta provocarle el agudo, aunque breve dolor de la iniciación, conduciéndola después a un lugar más allá de todos los límites conocidos por ella, donde ambos pudieron compartir el explosivo éxtasis que corrió como lava a través de sus cuerpos, haciéndolos convulsionar en delirantes espasmos, hasta quedar exhaustos y debilitados. -
Desde muy lejos Lali oyó que Peter susurraba su nombre. Pudo sentir las lágrimas de dicha que corrían por sus mejillas cuan do abrió los ojos para mirarlo.
— Por Dios, Lali, es demasiado tarde para llorar —dijo él con cierta aspereza, pero la joven estaba sumida en un placentero limbo y no percibió el enfado que endurecía la voz de su amante. Se fue hundiendo en un delicioso sopor, profundo, tibio y oscuro.
No se alegren demasiado,eh!

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