lunedì 30 luglio 2012

Prologo “Todo por un perfume”

Hola chicas,no firmaron mucho en el final L pero como ya dije soy demasiado buena asique acà està el prologo de Todo por un perfume.Espero les guste esa nove y que firmen!


 

+5 FIRMAS Y EL PRIMER CAPITULO


 

DISCULPEN. Lali Esposito hizo una mueca cuando do su ruego fue ignorado y tuvo que esforzarse para pasar junto a un pequeño grupo de hombres que escuchaban atentamente a otro que se dirigía a ellos. Y que hombre, reconoció con un pequeño e irritado exabrupto de hostilidad femenina. Si la virilidad era una esencia, aquel hombre la poseía a raudales.

Sobrepasaba unos diez centímetros al hombre mayor que permanecía a su lado, y su voz poseía un timbre grave y suave que hizo que Lali se estremeciera como si acabaran de acariciarla con un guante de terciopelo. Atrapada donde estaba por una repentina marejada de gente que iba de un puesto a otro de la feria, se tambaleó peligrosamente sobre sus altos tacones, idea de su primo Raoul, al igual que el exceso de maquillaje, y se vio inexorablemente empujada hacia el arrogante desconocido. Estaba tan cerca que podría haberlo tocado con la mano, aunque no tenía ningún deseo ni interés en hacerlo... ¿o sí? ¿No estaba pensando secretamente en...?

El hombre había alzado una mano para mirar su reloj y Lali se fijó en sus dedos morenos y largos, de uñas perfectamente cortadas, muy masculinos. Era la mano de un hombre capaz de ocuparse de tareas manuales, mientras que el traje que llevaba hacía ver que era igualmente capaz de extender un cheque con el que pagar para que otro se ocupara de ellas.

Seguro que se le daba muy bien extender,, cheques, decidió Lali. Poseía aquella clase de arrogancia. La arrogancia de un hombre rico. Se notaba en la altiva mirada que le estaba dedicando, una lenta e inquietante inspección visual mezcla de evaluación y sensualidad.

Otro empujón estuvo a punto de lanzarla directamente contra él, y Lali supo que si se hubieran tocado se habría quedado sin aliento.

¿Qué le pasaba? ¿Por qué se sentía tan alarmada, tan afectada por el hecho de saber que bajo aquel inmaculado traje había un fuerte cuerpo masculino cargado de vigor?

Apartó de inmediato de su mente aquellos absurdos pensamientos. Irritada consigo misma y con su reacción, aprovechó un hueco entre la gente para huir.

Avanzó por el pasillo con el rostro acalorado en busca de su primo Raoul.

-Ven aquí, Lali, y deja que esos tipos aspiren nuestro aroma.

Lali miró a su primo y codirector con expresión imperturbable.

Aún estaba furiosa con él por la jugarreta que le había hecho aquella mañana al persuadirla para que se pusiera el actual perfume de la casa. Era un perfume creado en la época del padre de Raoul, cuando dirigió brevemente el pequeño negocio familiar. Y estaba especialmente enfadada consigo misma por haber cedido a su idea. Debería haber hecho caso de su instinto y haberse negado a seguir los planes de Raoul en cuanto había olido el atroz mejunje que en aquellos momentos ofendía su sentido del olfato. En lugar de ello había cedido diciéndose que estaba dispuesta a hacer lo necesario para resolver la ruptura que se había producido en su familia.

Había asumido que simplemente iba a acompañar a Raoul a la feria, pero éste tenía otras ideas. La ropa, el maquillaje y el peinado que le había convencido para que se hiciera no le gustaban nada y no tenían nada que ver con ella, pero se había mordido el labio y había cedido por el bien de la armonía familiar. ¡Pero cuánto se arrepentía de haberlo hecho!

Durante las pasadas e interminables horas se había visto sometida a una andanada de miradas lascivas, comentarios sugerentes e intimidades físicas que no venían a cuento por parte de los posibles compradores varones a los que Raoul insistía en invitar para que olieran el perfume que llevaba.

Odiaba aquel perfume. Representaba todo lo que Lali detestaba de los perfumes modernos sintéticos, totalmente carentes de carácter y sutileza, sin poder de permanencia, fríos y sin cuerpo cuando deberían ser cálidos e intensos. Además, aquel perfume poseía una especie de desparpajo... sexual, no encontraba otra palabra para describirlo, que le molestaba tanto que había acabado por desarrollar un fuerte dolor de cabeza.

-Ya he tenido suficiente. ¡Me vuelvo al hotel ahora mismo! -dijo a su primo mientras evadía las indeseables atenciones del rubicundo comprador que trataba de husmearle el cuello.

-¿Qué sucede? -preguntó Raoul, sonriente.

-¿Cómo que qué sucede?

Dieciocho meses antes, tras la muerte de su abuela materna, Lali había heredado un treinta por ciento de la pequeña y prestigiosa casa de perfumes Francine, que había pertenecido a la familia de su abuela durante varias generaciones, junto con la fórmula secreta del perfume más famoso de la casa.

Ser consciente de la ruptura que había existido entre su abuela y el hermano de ésta, el abuelo de Raoul y tío abuelo de Lali, que había hecho que su abuela se distanciara del negocio y no tomara parte en él, había afectado a la reacción de Lali ante su herencia. Pero Raoul, que era dueño del resto de las acciones del negocio, la había invitado a superar el enfrentamiento que se había desarrollado entre ambas ramas de la familia en la época de su abuela y a ocupar su puesto en la dirección y volcar sus habilidades como perfumista en el negocio.

Pero Lali no sabía lo alejados que estaban los planes de Raoul para el negocio de los suyos, mucho más idealistas e imaginativos.

Raoul, con su sagacidad para los negocios y su carencia de sentimentalismo, parecía decidido a utilizar todos los medios posibles para promocionar la casa de perfumes, por muy alejados que estuvieran sus planes de la historia y la tradición de la casa.

-¿Cómo que. qué sucede? -repitió Lali, furiosa-. ¿De verdad necesitas preguntármelo? ¿No te das cuenta de que este truco publicitario tuyo está desprestigiándome no sólo a mí, sino también a nuestros perfumes? ¿De verdad crees que lo que acabo de tener que soportar animará a las mujeres a comprarlos? ¿Que después de haber sido manoseada...?

-¿Por los compradores de perfumes más influyentes del mundo? -la interrumpió Raoul, que había dejado de sonreír.

-Me da lo mismo lo que digas. ¡Me voy al hotel!

Sin dar oportunidad a que su primo siguiera discutiendo, Lali giró sobre sus talones y se encaminó a la salida.

Al principio se había sentido muy animada ante la perspectiva de asistir a la feria, sobre todo cuando Raoul le dijo que iba a tener lugar en Cannes, que estaba cerca de Grasse, donde su tatarabuelo inició el negocio de los perfumes. Pero en aquellos momentos estaba deseando volver a su casa en Pembrokeshire, junto al mar, a ocuparse de su propio negocio, la elaboración de una serie de perfumes para clientes selectos y entendidos que acudían a ella a través del boca a boca.

El mundo de los grandes negocios no era para ella, pensó mientras caminaba demasiado concentrada en sus pensamientos como para prestar atención al pequeño grupo de hombres de negocios que había junto a la salida, hasta que uno de ellos se interpuso en su camino y le dedicó una insolente mirada antes de volverse hacia sus colegas.

-Venid a oler la última oferta de Raoul, amigos.

Lali se quedó paralizada y le lanzó una mirada de abierta hostilidad. La altura que había heredado de la familia de su padre le permitió no bajar la cabeza, pero un pequeño estremecimiento de vulnerabilidad femenina recorrió su cuerpo.

Los otros hombres comenzaron a rodearla como un grupo de chacales. Uno de ellos hizo un desagradable comentario sexual sobre ella y Lali lo miró con desprecio. Gracias a su abuela materna su francés era bastante fluido, pero no pensaba rebajarse a responder a lo que acababa de escuchar.

En lugar de ello, los rodeó mientras se prometía decirle a Raoul lo que pensaba de él y de sus tácticas de venta cuando volviera al hotel.

Acababa de superar al grupo de hombres cuando uno de ellos alargó una mano y la tomó del brazo.

Lali llevaba un vestido negro sin mangas y la sensación de la mano en sus brazo desnudo la hizo estremecerse. Dio un tirón para librarse y siguió caminando con la mirada fija en la salida.

Aquél debió de ser el motivo por el que no vio al otro hombre que apareció de pronto a su lado. Pero aunque no lo viera fue inmediatamente consciente de él, lo que le hizo volver la cabeza a pesar de que no quería. Lo reconoció de inmediato y no pudo evitar sentirse conmocionada. Su altura y la anchura de sus hombros la dejaron sin aliento, y también percibió la intensa masculinidad que emanaba de él y que ya había sentido hacía un rato.

Cuando se volvió de nuevo, decidida a seguir su camino, él la tocó con delicadeza en el hombro. De inmediato, Lali giró de nuevo sobre sí misma dispuesta a enfrentarse a él, y se quedó asombrada al ver cuánto tenía que alzar la vista para mirarlo a los ojos.

Aquel hombre debía de medir más de un metro noventa. Por su aspecto, parecía griego. Era moreno, de nariz aguileña, con una fuerte mandíbula y unos pómulos altos y marcados. Pero sus ojos no eran oscuros, como habría cabido esperar, sino de un tono verde suave, y se notaba que estaba en plena forma. Debía de tener poco más de treinta años.

Lali vio que la miraba y fruncía el ceño ligeramente antes de inclinarse hacia ella para olfatear el aire.

-El perfume que lleva es muy poco habitual. ¿Está también en venta? -preguntó en un tono que era pura sensualidad y con un acento típicamente australiano.

Lali ya había tenido suficiente. De hecho, ya había tenido más que suficiente.

-¿Cómo se atreve a preguntar si estoy en venta? -preguntó, furiosa-. ¿Qué les pasa a los hombres como usted?

-¿Los hombres como yo? -el hombre entrecerró los ojos-. Bueno, podríamos decir que en lo referente a mujeres como usted los hombres como yo tendemos a ser un poco quisquillosos. Me gusta que mis mujeres sean como mis perfumes. ¡Exclusivas!

Se interrumpió y se volvió cuando el hombre mayor que estaba a su lado le tocó el brazo, y murmuró a algo a la vez que miraba a Lali con expresión de desagrado.


 

+5 FIRMAS Y OTRO

6 commenti: