venerdì 27 luglio 2012

11 capitulo


Hola a todaaaaaaaaas! Trato de ponerle onda al dia que es muy triste por motivos obvios…
Ya terminè todos los capitulos y la nove tiene 22 capitulos,aunque mas de uno es de dos partes.
Acà està el primer capitulo de hoy
10 FIRMAS Y MAS

 
Lali se alegró de tener la excusa del accidente con el auto, para explicar su palidez y tensión cuando subió a ver a su madre. El impacto, no sólo del descubrimiento de su amor por Peter, sino también por la ira que él había mostrado cuan do ella habló de su rencor de ocho años de duración, no era cosa que pudiera apartar de su mente con facilidad.
Comprendiendo que su hija estaba trastornada y nerviosa, Sarah Esposito tuvo la sensatez de no interrogarla demasiado, y le sugirió, en cambio, que se acostara temprano.
—Se supone que tú eres la convaleciente, no yo —protestó la joven con la sombra de una sonrisa.
Lo que su madre no sabía, reflexionó Lali con amarga ironía, era que todas sus heridas eran invisibles.
—¿Por qué no entró Peter cuando te trajo? Sabe que siempre es bienvenido.
— Lady Anthony lo Invito a cenar — explico Lali con una mentira a medias, pues el médico había rehusado la invitación desde el principio
—A instancias de su ahijada sin duda Peter es un hombre muy atractivo —la señora Esposito hizo una pausa, como si esperara que su hija negara la aseveración pero Lali no sabia mentir La joven se levanto de la cama temblando ligeramente al recordar la pasión con la que Peter la habia besado Si Belen hubiera sido la que se encontró entre sus brazos, dudaba de que ella hubiera huido como una niña asustada ¿Qué le sucedía?, se preguntó mientras se preparaba para acostarse. Había hecho lo correcto; lo único posible, dadas las circunstancias Lo amaba demasiado para conformarse con una breve aventura, sin importar cuán apasiona da.
Durante una semana, no vio a Peter y trató de convencerse de que se alegraba de ello. La nieve que su padre había pronostica do cayó en abundancia una noche, cubriendo la campiña con un manto blanco. Un feroz helada, posterior a la nevada, los obligó a quedarse en casa, virtualmente incomunicados, pero Lali des cubrió. . . después de la segunda ocasión en que deliberadamente evitó estar presente cuando su madre debía recibir la visita del médico. . . que Peter tenía tan pocos deseos de verla como ella de encontrarse con él, pues no fue Lanzani quien visitó a su madre, si no un colega.    
Ya había mecanografiado las notas tomadas en la reunión del comité, y las llamadas telefónicas del alcalde y Lady Anthony con firmaron que ya efectuaban los preparativos para el baile de más caras.
Tan pronto como lo permitieron las condiciones del clima, Lali y su padre fueron a Newcastle para comprar las tarjetas de invitación en una vieja papelería. Su padre, quien tenía asuntos de trabajo que arreglar con un abogado de la ciudad, había sugerido que almorzaran juntos en un pequeño restaurante que siempre fue el favorito de la joven desde pequeña. -
Un buen fuego crepitaba en la chimenea del establecimiento y, cuando Lali indicó su nombre, le informaron que el señor Esposito no había llegado aún, y le ofrecieron un asiento confortable en uno de los mullidos sillones del área del bar.
Acababa de ordenar una copa, cuando se abrió la puerta y'entró una pareja. Lali sintió que una tenaza de acero le constreñía el corazón al reconocer a Peter y Belen; ésta aferraba posesivamente el brazo del médico.
La otra chica miró a Lali sin sonreír; sus ojos eran sombríos y amenazadores. La secretaria apartó la mirada y se mordió el labio inferior. La vista se le nubló mientras la fijaba en el fuego de la chimenea, pugnando por contener las lágrimas. Peter tenía razón. No había madurado; se comportaba como una tonta adolescente y no como una sofisticada mujer de veinticinco años.
—¡Vaya, qué pequeño es el mundo! —comentó Belen con su habitual afectación—. Pero, después de todo, en estas regiones provincianas es fácil toparse con conocidos. ¿Estás sola?
Lali tuvo dificultad en asumir un tono lo bastante cortés para responder:
—No, estoy esperando a mi padre. Vine con él esta mañana a ordenar las invitaciones para el baile.
Oh, debiste dejarme eso a mí. Mami tiene un magnífico impresor en Londres.
La aguda voz enervó a Lali. La joven se dijo que había algo de ridículo en una mujer madura que llamaba "mami", con ese tono idiota, a su madre.
— Querido, me muero por una copa — dijo entonces Belen, dirigiéndose a su acompañante—. Algo suave. Te dejaré elegir; ya
sabes lo que me gusta.
La secretaria tuvo que hacer uso de toda su fuerza de voluntad para no mirar a otra parte, mientras la ridícula mujer contemplaba, con un parpadeo de coquetería, a Peter. Con ánimo un poco sombrío, se preguntó cuándo entendería Belen que ella no representaba un peligro como rival en potencia en lo que a Peter se refería. Debería haberse dado cuenta de eso por la indiferencia con la que él la había saludado. La expresión de desdén y disgusto debió ser evidente, incluso para una persona tan poco observadora como la ahijada de Lady Anthony.
Mientras Peter iba a la barra, Belen se inclinó hacia
Lali para preguntar con malicia: -
—¿Qué piensas ponerte para el baile? Creo que ordenaré que me hagan un vestido nuevo. Mi madrina sugirió que vaya otra vez con David. . . David Emanuel, mi diseñador, por supuesto. Sus di seños son sencillamente divinos.
Lali apenas logró reprimir el acre comentario de que no tenía que recalcar la diferencia en su situación económica y social, con la mención de un famoso diseñador de modas. Por suerte, antes que pudiera dar expresión a sus pensamientos, Peter regresó. Sin tener que mirarlo, la secretaria sintió su presencia con aguda percepción, y se dio cuenta de cómo prefirió sentarse al otro la do de Belen, lo más lejos posible de ella.
Desde- su último encuentro, Lali había tenido tiempo para pensar en lo que él le dijo, y aceptaba la verdad de sus vehementes comentarios. Por supuesto que él no podía haberle hecho el amor; era claro que había sido su deber moral rechazarla; y por supuesto que ahora comprendía por qué fue tan cruelmente claro al enumerar los peligros a los que ella se exponía con su conducta imprudente Pero lo que Peter no comprendía, era que ella nunca se habría ofrecido de esa forma a otro hombre. Lo que no entendía era la intensidad de sus sentimientos hacia él.
— Estaba diciéndole a Lali que tendré que ir a Londres para que me confeccionen un vestido nuevo para el baile —Belen hizo un mohín coqueto mientras sonreía a su acompañante —. ¿Por qué no vienes conmigo, querido? Te hará bien un descanso. Trabajas demasiado.
Una sensación muy parecida a la náusea comenzó a florecer y crecer dentro de Lali, al verse obligada a escuchar la charla de la pareja. Apartó la mirada, procurando no oír la réplica del médico y sintió un gran alivio al ver que su padre entraba en el restaurante. Casi volcó su copa por la prontitud con la que se puso de pie para recibirlo
—Hola, Peter. No esperaba verte aquí.
— Tuve que venir a Newcastle para arreglar algunos asuntos.
— Y temo que yo vine a distraerlo — intervino Belen con una sonrisa que trató de-ser provocativa. Lali pudo darse cuenta de que estaba en la punta de la lengua de su padre invitarlos a que almorzaran con ellos, y supo que él espectáculo de Belen, coqueteando con Peter, le estropearía la digestión.
Papá. . . si no te importa, preferiría volver a casa. No tengo. . . no tengo apetito.
No le importo lo falsas que pudieran parecer sus palabras ni delatar con ellas su desazón. Tampoco le interesó la mirada pro funda y perspicaz que le dirigió Peter. Lo único que le importaba era salir de allí; sentía que se sofocaba.
Vio que su padre fruncía el ceño, pero como si se percatara de su malestar, repuso con gentileza -
— Bien, si es lo que quieres. . . Debo admitir que no me gusta dejar sola a tu madre demasiado tiempo.
Al salir al aire frió de la calle Lali reflexiono extrañada en el desdén que creyó notar en los ojos de Peter mientras la miraba partir.
10 FIRMAS Y MAS

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