martedì 21 agosto 2012

5 capitulo


Hola,buen dia a todaaaaaaaaas!!! Estoy muy contenta que les gusta la nove y que se estan enganchando! :D Gracias por firmar!
Si tienen alguna duda diganme!
+10 FIRMAS Y OTRO

 
—Kalespera, Afrodita. Si me prometes que no gritarás, eres libre.
Lali se resistió, intentó soltarse por instinto, pero él la sujetó sin esfuerzo al tiempo que enarcaba una ceja con expresión irónica, como diciéndole que no podría escaparse y preguntándole si aceptaba el trato. Parecía un hombre capaz de discernir si podía fiarse de la palabra de una persona o debía desconfiar de ella.
Lali forcejeó unos segundos más, pero, al verse impotente, acabó asintiendo con la cabeza. El hombre la soltó al instante.
Lali tomó aire para gritar, pero luego lo soltó, limitándose a exhalar un suspiro de frustración. Había dado su palabra y una promesa era una promesa, aunque se tratara de un pacto con el diablo.

—¿Cómo has entrado?
—Las parras que suben a tu terraza son resistentes.
—¿Has subido trepando? —preguntó con una mezcla de incredulidad y admiración. Las paredes eran escarpadas y la altura de vértigo—. Tienes que estar loco.
—Es posible —dijo él sonriente.
No parecía fatigado por la escalada. Estaba despeinado, pero tampoco lo había visto peinado nunca. Un ligero vello ensombrecía su barbilla. Sus ojos tenían un brillo aventurero que la atraía por más que Lali intentara resistirse. Con la luz de la lámpara, podía verlo con más claridad que la noche anterior. Sus facciones no eran tan duras como había pensado. De hecho, tenía una boca bastante bonita, pensó disgustada.
—¿Qué quieres?
El hombre sonrió de nuevo y deslizó la mirada por todo su cuerpo con descaro. Lali sólo llevaba un camisón pequeño, de escote amplio, que apenas le cubría los muslos. Notó la mirada insolente del hombre y que éste estaba justo entre ella y el armario. En vez de reconocer su posición de inferioridad, alzó la barbilla.
—¿Cómo sabías dónde encontrarme?
—Mi trabajo consiste en averiguar cosas —respondió él. En silencio, aprobó la valentía y el espíritu combativo de Lali tanto como su cuerpo—. Lali Esposito estás visitando a Candela Sierra. Estadounidense, vives en Nueva York. No estás casada. Trabajas de intérprete para la ONU. Hablas griego, inglés, francés, italiano y ruso.
Lali trató de no abrir demasiado la boca ante aquel asombroso resumen de su vida.
—Un resumen muy conciso —dijo con sequedad.
—Gracias. No me gusta dar rodeos.
—¿Y qué tiene que ver todo esto contigo?
—Eso está por saberse todavía —contestó el hombre, mirándola con atención. Quizá pudiera contratarla para sus propios fines. El envoltorio era bueno, muy bueno. Y, lo más importante en esos momentos, también lo era su cabeza—. ¿Estás disfrutando de tu estancia en Lesbos?
Lali lo miró un instante antes de negar con la cabeza. No, no se trataba de un maleante o un violador. De eso estaba segura. Y si era un ladrón, lo cual dudaba, no era un ladrón corriente. Hablaba demasiado bien, se movía demasiado bien. Tenía encanto, un aura magnética a la que costaba resistirse, y una arrogancia impresionante. En otras circunstancias, quizá hasta le habría gustado.
—Ya tienes agallas para venir aquí después de lo de anoche.
—Me siento halagado —contestó él.
—De acuerdo —Lali apretó los labios, se dirigió a las puertas de la terraza y lo invitó a salir con un gesto de la mano—. Te he prometido que no gritaría y no he gritado. Pero no tengo intención de estar aquí de pie, dando conversación a un lunático. ¡Fuera!
Sin dejar de sonreír, el hombre se sentó en el borde de la cama y examinó a Lali.
—Admiro a las mujeres con palabra —dijo mientras estiraba las piernas—. De hecho, eres admirable en muchos sentidos, Lali. Anoche mostraste sentido común y valor, dos cualidades difíciles de encontrar reunidas.
—Perdona si no me siento adulada.
El hombre notó el tono sarcástico de su voz, pero, sobre todo, captó el cambio de sus ojos. En realidad, no estaba tan enfadada como pretendía.
—Ya te pedí disculpas —le recordó y sonrió de nuevo.
Lali exhaló un suspiro prolongado. Le entraron ganas de odiarlo por tener ganas de echarse a reír cuando debía estar furiosa. ¿Quién demonios era? Desde luego, no era el violador desequilibrado por el que lo había tomado en un primer momento. Y, definitivamente, no era un vulgar ladrón. Entonces, ¿quién era? Lali se frenó antes de preguntárselo. Mejor mantenerse en la ignorancia.
—No me pareció una disculpa de verdad
—Si hago un intento más... sincero, ¿aceptarías mis disculpas?
Lali se obligó a no sonreír.
—Si las acepto, ¿te irás?
—Con lo agradable que es tu compañía —protestó en broma el hombre.
Lali no pudo evitar que un brillo de humor asomase a sus ojos.
—Agradabilísima.
—¿No me crees? Me haces daño, Afrodita.
—Lo que me gustaría es hacerte picadillo y descuartizarte. Bueno, ¿qué?, ¿te vas?
—Pronto —el hombre se levantó. ¿Qué sería la fragancia que emanaba Lali?, se preguntó. Era dulce, pero no demasiado dulce... Jazmín, decidió. Le pegaba. El desconocido se acercó a la cómoda para juguetear con el espejo de mano de ella—. Mañana te presentarán a Benjamin Amadeo y a Belen Sierra. Hay pocas cosas de la isla que se me escapen —añadió y esa vez sí que dejó a Lali boquiabierta.
—Ya veo —convino ésta.
El hombre notó cierta curiosidad en el tono de voz de ella. Justo lo que había esperado conseguir.
—Quizá, en otra ocasión, me digas qué tal te han caído.
Lali sacudió la cabeza, más por asombro que por rechazarlo.
—No tengo intención de que haya otra ocasión, ni de chismorrear contigo. Ni siquiera sé por qué...
—¿Por qué no? —la interrumpió él.
—¡No te conozco! —contestó frustrada—. Ni siquiera conozco a Benjamin y a Belen. Y te juro que no entiendo cómo puedes...
—¿Y a Agus? —la interrumpió de nuevo—. ¿Lo conoces bien?
Lali se pasó una mano por el pelo. Ahí estaba, con un camisón diminuto, charlando con un loco que había trepado hasta la terraza de un tercero.
—Mira, no voy a hablar de Agus contigo. No pienso hablar de nadie ni de nada contigo. Márchate.
—Bueno, dejaremos eso para otro momento también —el hombre avanzó hacia Lali—. Tengo algo para ti —añadió al tiempo que se echaba una mano al bolsillo derecho de los vaqueros. Cuando la sacó, relució un pequeño medallón de plata con su cadena.
—¡Lo tenías! —Lali fue a recuperarlo, pero el desconocido apartó la mano y la miró enfurecido.
—Ya te he dicho que no soy un ladrón —dijo con firmeza. Lali retrocedió un paso. El hombre notó que había hablado con demasiada dureza y que la había intimidado un poco—.Volví y lo encontré entre los arbustos. Aunque me temo que he tenido que reparar la cadena —añadió con más suavidad. Luego le ofreció el colgante y Lali se lo puso en el cuello.
—Eres un agresor muy atento —murmuró.
—¿Crees que me alegra haberte hecho daño?
Lali notó un escalofrío. Aquel hombre había dejado de bromear. Volvía a ser el hombre con el que se había enfrentado entre las sombras. Un hombre violento que apenas controlaba su genio.
—¿Crees que lo pasé bien asustándote?, ¿haciéndote pensar que podía asesinarte? ¿Crees que me agrada ver los moretones que tienes en el brazo y saber que te los he hecho yo? No tengo por costumbre hacer daño a las mujeres.
—¿Y cómo iba a saberlo? —replicó Lali, envalentonada.
El hombre la miró a los ojos. Desde luego, la mujer tenía agallas. Y era preciosa. Suficientemente guapa para convertirse en una distracción cuando no podía permitirse una.
—No sé quién eres ni en qué líos andas metido —continuó ella. Los dedos le temblaron un poco mientras terminaba de colgarse la cadena, pero consiguió hablar despacio y con calma—.Y, la verdad, me da igual con tal de que me dejes en paz. En otras circunstancias, te daría las gracias por haberme devuelto el colgante, pero no me parece apropiado. Puedes marcharte igual que has entrado.
El hombre tuvo que contener un impulso de estrangularla. No solía verse en la situación de estar ante una mujer medio desnuda en su habitación y que le pidiera que se fuese tres veces en la misma noche. Lo que quizá le habría resultado divertido de no ser porque estaba luchando por controlar un fogonazo de puro y simple deseo.
—Eres muy valiente, Llai —dijo él al ver que ésta seguía alzando la barbilla desafiantemente—. Creo que nos iría muy bien a los dos juntos —añadió al tiempo que extendía un dedo hacia su cuello para acariciar el medallón. Entonces frunció el ceño. Maldijo en voz baja, apretó la cadena y la miró a los ojos.
—Te he dicho que te vayas —insistió Lali, tratando de no hacer caso al ritmo al que, de pronto, le latía el corazón. No estaba asustada. Y tampoco era rabia lo que sentía en esos momentos.
—Luego —respondió él y soltó la cadena—. Pero antes, en vista de que no ofreces, permíteme que tome la iniciativa.
De nuevo, Lali se encontró entre los brazos de aquel hombre. No fue el beso seductor y juguetón de la noche anterior. Esa vez la devoró. Nadie la había besado así jamás, como si conociese hasta su último secreto. Seguro que sabría, de alguna forma, dónde necesitaba que la tocaran.
La oleada de pasión que la azotó la dejó demasiado aturdida como para reaccionar, demasiado hambrienta como para razonar. ¿Cómo podía desearlo?, ¿cómo podía querer que un hombre así la tocara? Pero no podía negar que estaba respondiendo al beso voluntariamente. Sus lenguas se encontraron. Morgan puso las manos sobre sus hombros, pero no lo empujó.
—Tienes miel en los labios, Lali —murmuró él—. Capaz de hacer enloquecer a un hombre por otro beso.
Luego recorrió su espalda con la mano y fue bajando hasta llegar al borde del camisón. Tenía dedos fuertes, callosos, ágiles como los de un pianista. Sin importarle a qué se exponía, Lali le rodeó las mejillas con sendas manos antes de deslizarías hacia su pelo. Oyó un gruñido en griego, que no fue una palabra de amor, y se dejó apretar contra el desconocido.
Aunque sus cuerpos ya empezaban a familiarizarse. Lali no extrañó los músculos de su torso ni el olor marino de su piel mientras él seguía devorándola en un beso ardiente. De pronto, gimió, en parte por miedo a lo que podía suceder, en parte extasiada por lo que estaba sucediendo. Ya no le importaba saber quién era aquel hombre. Incluso había olvidado quién era ella. En aquel instante sólo había placer... hasta que, de pronto, el desconocido puso fin al beso y la apartó para mirarla a la cara.
No le agradó comprobar que el corazón le latía tan deprisa. Ni haberse dejado llevar por la pasión. No era el mejor momento para complicarse la vida. Y aquella mujer podía resultar muy peligrosa. No sin esfuerzo, apartó las manos de los brazos de Lali.
—Ya no hace falta que me des las gracias por el medallón. Esto ha sido más satisfactorio —dijo sonriente al tiempo que miraba hacia la cama—. ¿No me pides que me quede?
Lali recobró la compostura de golpe. El desconocido debía de haberla hipnotizado, decidió. No cabía otra explicación razonable.
—Puede que en otro momento —contestó con el mismo desenfado que él.
—Espero que pronto —dijo el hombre antes de tomar su mano y levantarla para besarla formalmente.
Luego salió a la terraza y todavía le lanzó una última sonrisa antes de iniciar el descenso. Incapaz de contenerse, Lali lo siguió para verlo bajar por las enredaderas.
Se movía como un gato, con seguridad, sin miedo, era como una sombra resbalando ágilmente por las paredes. Tuvo el corazón en un puño hasta que por fin lo vio saltar al suelo y desaparecer entre los árboles. Lali soltó el aire que había estado conteniendo sin darse cuenta y se dio media vuelta. Regresó a su dormitorio. Y cerró las puertas de la terraza.


ADELANTO:Lali conoce benjamin y belen y descubre algo MUY importante para ella!
+10 FIRMAS Y OTRO

10 commenti:

  1. Hahaha y así la beso no mas jaja me encanta esta buenísimo

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  2. Benjamín y Belén tienen. Ver con los negociosos ilegales ???mas mas

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  3. Quien es el supuesto ladrón?? Más!! Me encanta!!

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  4. Espero q descubra algo malo sobre B Y B

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  5. Apasionante encuentro!Lali se derrite como manteca en sus brazos!

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  6. Q pasará cdo le presenten a Peter Lanzani?

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  7. Por q sera tan importante ese colganre?

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  8. Q aventura para Lali toda formal tener un idilio secreto asi tan pasional!

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